Empiezan las purgas

El inconveniente principal de las democracias burguesas es que no se puede fusilar. Pero mientras se implementa una verdadera democracia popular, algo hay que hacer con los réprobos. Pablo Iglesias, de momento, los ha cambiado de sitio. A Íñigo lo ha puesto junto a Garzón (como dice el tuitero @thetodo, quizás Errejón habría preferido Siberia). Y a Tania Sánchez, su ex, la ha colocado en la última fila de escaños, detrás de una columna.

Nuestros poetas, hoy, debaten sobre cuál de los dos es peor castigo. Lean, lean.

POBRE ÍÑIGO
por Monsieur de Sans-Foy

Iglesias manosea a la Montero,
y yo, aquí... de miranda, con Garzón.
¿No saben de algún otro picadero?
¿Por qué no se la lleva a una pensión?

Sentarme con Garzón... ¡Qué papeleta!
El fan del viejo Pacto de Varsovia
ya estuvo de maniobras con mi novia...
(La Izquierda es endogámica y paleta).

¡Y espérate (el demonio no lo quiera)
que vuelva –porque, entonces, ya me jiño–
la pelma de Bescansa con el niño...!
¡Me voy con Arrimadas y Rivera!

LO DE ÍÑIGO ESTÁ MAL, PERO…
por Fray Josepho

Sanfuá, yo estoy de acuerdo. Sin duda es inhumano
lo que le han hecho a Íñigo: sentarlo con Garzón.
Penar con eso a un hombre que fue como tu hermano
transgrede ya los límites de toda punición.

Tremendo, atroz y sádico resulta ese castigo.
¡A un joven (casi un niño) que siempre le fue fiel!
Es escalofriante. De veras se lo digo.
Pero hay otro castigo, si cabe, más cruel.

¿Que cuál? Yo se lo cuento. Con odio y con vesania,
ha sido escarmentada de modo aún peor
aquella rubia gélida: la primorosa Tania.
La ninfa repudiada por el Emperador.

Se va a la última fila. Por réproba y maldita.
A un sitio que las teles jamás enfocarán.
Y allá, tras la columna, verá a la favorita
haciéndole arrumacos melosos al Sultán.