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Miguel del Pino

Plagas de topillos: mejor prevenir

Una sola pareja de cernícalos vulgares llega a capturar al año unos 700 topillos, tan sólo durante la temporada de cría y cebado de los polluelos.

Una sola pareja de cernícalos vulgares llega a capturar al año unos 700 topillos, tan sólo durante la temporada de cría y cebado de los polluelos.
Un ejemplar de topillo | Corbis

Ya casi nadie se acuerda, pero han pasado muy pocos años desde que se produjo en Castilla y León la última explosión demográfica de topillos campesinos. La plaga volverá con toda seguridad, pero al menos que no nos sorprenda sin haber tomado medidas preventivas.

Más de treinta municipios de Castilla y León cuentan ya con más de 2.000 nidales para pequeñas rapaces. La asociación Grefa viene impulsando esta medida como alternativa a la colocación de venenos o quemas de vegetación para controlar las plagas de topillos.

Frente a las medidas drásticas los trabajos de prevención son la mejor forma de evitar las explosiones demográficas cíclicas características de no pocas especies de roedores, como los Lemmings del norte de Europa y nuestros topillos campesinos, pero no es sencillo convencer a la población rural sobre esta manera de defender la economía y las cosechas.

Desde la puesta en marcha del proyecto en 2009, inmediatamente después de la última gran plaga, el proyecto de control biológico del topillo campesino (Microtus arvalis) a que nos referimos ha trabajado para habilitar hasta el momento nidales para tres especies de pequeñas rapaces depredadoras específicas de este roedor: cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), lechuza común (Tyto alba) y mochuelo europeo (Athene noctua).

Esta alternativa que los miembros de Grefa califican de "blanda", en oposición al uso de venenos químicos en las fincas agrícolas, ha beneficiado ya a más de treinta municipios de las provincias de Valladolid, Zamora, Segovia, Palencia, Burgos, Ávila y Salamanca.

Como informa detalladamente la revista Quercus (decana de la prensa ambiental) en su cuaderno 374 correspondiente a abril del presente año, el proyecto cuenta con la colaboración técnica del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla León y el apoyo del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, y también con la Diputación de Segovia.

El método consiste en la colocación de las cajas nido sobre postes de cinco metros de altura en las márgenes de los campos de cultivo. Los defensores a ultranza del uso de veneno considerarán seguramente que este sistema es demasiado simple y por tanto insuficiente para prevenir las plagas, pero si de verdad se examinan los números, el panorama cambia de manera radical.

Porque una sola pareja de cernícalos vulgares llega a capturar al año unos setecientos topillos, tan sólo durante la temporada de cría y cebado de los polluelos. Son muchos roedores los capturados, pero lo más importante es que se corta la progresión geométrica de su vertiginoso ritmo de reproducción: no sólo son setecientos los impactos sobre la especie presa, sino también los de la numerosísima prole que los roedores eliminados dejan de generar.

La bromadiolona, veneno utilizado hasta la actualidad para el control de las plagas de topillos, siembra una cadena de impactos al poder afectar no sólo a los topillos, sino también a sus predadores, generando un modelo insostenible del sistema predador presa. Todo esto se encuentra perfectamente calculado en estudios ecológicos relevantes, pero suele ser complejo convencer a la población rural, y a veces a las autoridades, de que el veneno tiene efectos secundarios indeseables.

La ocupación de las cajas nido por parte de las rapaces seleccionadas es inmediata, y a veces se añade de manera espontánea alguna otra rapaz, diurna o nocturna. Las fotografías de lechuzas o cernícalos posados sobre el techo de las cajas y con topillos en el pico demuestran que el sistema merece la confianza y el apoyo de los agricultores.

Nunca conseguiremos acabar con las especies de roedores invasoras de los cultivos, pero lo que se pretende es mantener sus poblaciones dentro de límites sostenibles que no lleguen a alcanzar la categoría de plaga. El veneno parece a primera vista la mejor solución a corto plazo, pero merece dar una oportunidad a proyectos como el que estamos comentando y por los que merecen felicitación todos los implicados en el mismo.

La Ciencia, y la ecología lo es, funciona mediante el método experimental: hay que esperar resultados en los próximos años, pero si efectivamente el proyecto de fomento natural de la crianza de los enemigos del topillo funcionara de manera aceptable, podría ser la base de una verdadera revolución en los sistemas de control de roedores perjudiciales para la agricultura cerealista.

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