Hubo un tiempo en el que la Guardia Civil caminera cruzaba España y los caminos eran seguros. Hoy dos jóvenes pueden programar una excursión con kayak en un pantano y acabar muertos en el agua con una mochila de piedras en la espalda. La Guardia Civil ya no es caminera y en algunas regiones incluso ha desaparecido, creo que llevándose con ella gran parte de la seguridad.
Paula y Marc, dos veinteañeros, han muerto en el pantano de Susqueta (Gerona), seguramente por creerse seguros en un paraje aislado que según parece está frecuentado por gente extraña, furtivos y vagabundos. Primero, como tantos, estuvieron desaparecidos; y luego, al bajar las aguas por la sequía, han sido encontrados sus cadáveres. Lo primero que apareció fue el kayak pinchado flotando en el agua turbia y el coche hundido con una gran piedra sobre el acelerador y el freno de mano quitado. El consejero de Interior, Joaquín Forn, dijo que alguien lo había empujado al pantano. Luego el equipo de actividades subacuáticas de la policía autonómica llevó a cabo durante semanas actividades infructuosas.
Mientras, fuimos sabiendo que los dos chicos, a los que empezaron a llamar "los novios", habían ido a dormir al campo, dentro de su coche que se hacía cama, y a pasar un día con su embarcación hinchable. En principio una romántica actividad en un paraje idílico, pero en realidad una actividad de máximo riesgo, como ha podido verse.
Los detalles que se han facilitado sobre el hallazgo de los cadáveres no son fiables, pero es seguro que los cuerpos presentaban heridas que delatan una muerte violenta. Según las filtraciones policiales, fueron asesinados. Si la información viene de la consejería de Forn, hay que ponerla en duda, porque ya se han visto los errores e imprecisiones en la investigación de Alcanar, Cambrils y Ripoll, y eso que estaba advertido.
El crimen del pantano, si es un crimen, es de una gran complejidad, porque se tomaron muchas molestias para hacer desaparecer los cuerpos, dado que una de las principales hipótesis es que pudieron ser sorprendidos por salteadores de caminos. Los dos cuerpos estaban desnudos, tal vez por abuso sexual, pero sin duda para borrar pruebas. El coche fue arrojado a siete metros de profundidad y la embarcación de los jóvenes desinflada. Unos de los cuerpos estaba maniatado y con heridas, al parecer de arma blanca; el otro presentaba un fuerte golpe en la cabeza. Los asesinos de paso no suelen invertir tanto tiempo en disfrazar su acción. Matan y huyen. De manera que esto debe de ser otra cosa. La solución del caso depende de la capacidad de análisis de la investigación.
Desaparecieron el día 24 de agosto y tal vez murieron esa misma jornada. A las nueve y media de la mañana es la última vez que se les vio vivos, y a las doce y media se produce la última conexión del móvil de Marc. Sus cuerpos han pasado un mes en el agua, con el serio deterioro que eso significa.
Ella era una chica ordenada y minuciosa y él buscaba trabajo tras terminar sus estudios de técnico forestal. Nada hay en la investigación que indique ningún motivo para desaparecer o ser perseguidos. Un escrito de ella aleja la posibilidad de una crisis personal. Y sin embargo, la última foto extraída de una cámara de seguridad muestra un gesto de ambos serio y de grave preocupación. Ahí no parecen unos chicos amantes de la naturaleza dispuestos a disfrutar de una jornada de sol y agua. La policía autonómica ha buceado en su pasado sin encontrar el menor recoveco que induzca a pensar que fueron seguidos por alguien dispuesto a acuchillarlos y ocultarlos cargados de piedras. Los dos cadáveres estaban en un lugar inaccesible por tierra, según nos cuentan, y eso indica que querían que tardaran en ser encontrados o que se perdieran para siempre.

