¿Ven esa furia anormal que hoy azota las calles de Barcelona, ven a ese pueblo embravecido que ataca a policías, golpea a estudiantes, afrenta e insulta a maestros, rompe, destroza y se confiesa capaz de matar en nombre de la independencia? Es el mismo pueblo que tantas veces ha acabado con países prósperos, con culturas enteras, que ha arrasado con la humanidad. Me recuerda al pueblo cubano en las calles, a inicios de 1959, rompiendo parquímetros, engrosando las filas de los juicios populares del lado de los verdugos, enviando a las prisiones y al paredón a numerosos inocentes. Esa es la furia de un pueblo incitado e incitando al odio. Eso es el odio de unos cuantos, volcado en las mentes de otros muchos.
"No nos asustemos", recomiendan y nos calman o intentan calmarnos algunos. "Con España no pasará nada de eso de los que ustedes nos cuentan", afirman. Lo mismo oímos de parte de los venezolanos, hace más de veinte años, "si no sirve lo sacamos, los venezolanos no somos como los cubanos", nos insistían. Y ahí tienen. Sólo la muerte pudo arrancar del panorama político al dictador comunista Hugo Chávez, reemplazado por otro peor, Nicolás Maduro. Eso sí, los venezolanos votaron por eso. No así los cubanos. Porque, además, recuerden que los cabecillas manipuladores también han encontrado la manera de inventarse dictaduras constitucionales, mediante el voto, en un juego de falsa democracia, y buscándose la legitimidad que ningún otro país pudiera cuestionarles.
¿Qué es esa furia? ¿Pasión libertaria e independentista? ¿Nacionalismo pulsado? ¿Estallido social enfrentado a supuestos abusos de poder? De ninguna manera. Tiene otra cara, se viste ahora con otros colgajos, pero es lo mismo. Se llama comunismo. No le busquen otra interpretación ni otra definición. Es comunismo. Cien millones de víctimas. Odio, mentiras, persecución y muerte, sólo eso. Comunismo, lo reitero.
¿Que en España no puede suceder jamás el advenimiento del comunismo? Como escribí en esta plataforma hace algún tiempo. Sí, claro que puede suceder, ya lo tienen dentro. Se llama Podemos, Pablo Iglesias, Ada Colau, Manuela Carmena, y compañía. Se llama corrupción de todos los bandos. Se llama envidia y podredumbre. Prefieren ver al país terminado, destrozado, a los españoles derrotados, y hasta muertos, más que ninguna otra cosa. Es lo que los mueve, el odio a España, el desprecio a los españoles, la destrucción antes que la construcción, la muerte antes que la vida.
Cien años después de la creación del sistema más letal que ha debido soportar la humanidad, pareciera que el monstruo renaciera, en España, en Colombia, reanimando el horror del castrocomunismo y del castrochavismo comunista.
¿Pudiera en la actualidad presentarse a las elecciones presidenciales un exnazi? De ninguna manera, no lo aceptaríamos. Sin embargo, en la Colombia de los Castro, un asesino comunista, un narcoguerrillero como Timochenko puede presentarse a las elecciones presidenciales. Lo que no dista mucho de esa entrada triunfal en Barcelona de un terrorista como Arnaldo Otegui, cuando hace pocos días se codeaba con Carles Puigdemont, reverenciado por los líderes de Podemos, y se hacía selfies en la calle cual noble y famoso artista de cine.
¿Que cómo me siento? Pesimista. El único signo sensato ha sido la declaración de un Día Nacional por las Víctimas del Comunismo en Estados Unidos, lo que hay que agradecer sin duda alguna al presidente Donald Trump.
Pero la furia persiste, y multiplica sus tentáculos.