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Miguel del Pino

El atún vuelve a la guerra

La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico decidió establecer medidas para limitar las capturas y salvar la especie.

La Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico decidió establecer medidas para limitar las capturas y salvar la especie.
Los ejemplares de atún bajaron de manera alarmante hasta 2007 | Corbis

Durante la próxima semana una Comisión Internacional debatirá en Marruecos sobre la posibilidad de suspender parcialmente las medidas de protección de que viene gozando el atún rojo desde el pasado año 2007. La "guerra del atún" podría volver a declararse.

Un pez formidable

El atún rojo (Tunnus thynus) es el más espectacular representante de la familia de los escómbridos, que comprende peces predadores maravillosamente adaptados a la natación y cuenta con algunas especies de gran tamaño. Un atún rojo adulto puede superar los 600 kilogramos.

Los escómbridos incluyen también a todas las especie de bonitos y caballas. El cuerpo de estos peces es muy fusiforme, con el morro afilado para ofrecer la menor resistencia posible al agua durante la natación, en la que son verdaderos campeones entre los de su clase; la aleta caudal, en forma de media luna, es un eficaz timón que permite veloces cambios de rumbo.

Pero lo más asombroso de esta familia zoológica es su capacidad para regular su temperatura generando calor cuando es necesario: esta cualidad les acerca al grupo de los vertebrados llamados vulgarmente "de sangre caliente" y científicamente "homeotermos", es decir, a los mamíferos y a las aves.

La capacidad de producir calor se basa en un formidable aparato circulatorio, en un gran volumen de sangre y también en un tejido oscuro situado junto a la columna vertebral, reconocible en el corte y de sabor especialmente fuerte.

Hay cuatro especies de grandes atunes y tres de ellas están en grave peligro de extinción, especialmente la propia del Pacífico: la razón es la sobrepesca como consecuencia de la gran demanda por parte del mercado japonés, para la elaboración de sus especialidades culinarias en crudo , como el "shusi" y el "sashimi".

Nuestra especie es el atún atlántico de aleta azul que se distribuye en dos poblaciones bien diferenciadas, la atlántica oriental, que se extiende hasta el Mediterráneo para desovar, y la occidental, que se aproxima las costas americanas y desova en el Golfo de México.

En alta mar ambas poblaciones pueden fusionarse y ambas llegan hasta latitudes bastante nórdicas, gracias a su capacidad de generar calor. Una gran curiosidad es que recuerdan el lugar en que nacieron, y así las orientales entrarán en el Mediterráneo para reproducirse y las occidentales retornarán para el desove al Golfo de México.

Un mar ensangrentado

El paso de los atunes por el estrecho de Gibraltar para desovar, lo que tiene lugar desde mayo hasta bien entrado el verano, ha venido dando lugar a una de las actividades pesqueras más épicas que se conocen: el copo en cercados o almadrabas donde los peces concentrados son arponeados uno a uno mientras el mar literalmente se tiñe de sangre.

La pesca "de almadraba" ha sido, desde la antigüedad remota, base de las economías de numerosas localidades costeras andaluzas; alguna de ellas recuerda todavía en su nombre tal actividad, como Zahara de los atunes. Desde luego la pesca por arponeo "a brazo" nunca hubiera puesto el peligro la supervivencia de los grandes atunes.

Tampoco suponía peligro la pesca deportiva con anzuelo, aunque también hubo que regularla, y en muchos casos con la exigencia de devolver al mar las piezas obtenidas después de su registro

La llegada del exceso de demanda

El descenso de las poblaciones de las especies de atunes del Océano Pacífico fue una de las razones que desviaron hacia el Mediterráneo los excesos en la demanda de este pescado azul de alta calidad nutritiva por parte del mercado japonés a que antes aludíamos: nace así el seguimiento de los bancos mediante avionetas, técnica hoy prohibida, y sobre todo el establecimiento de granjas de atunes, que consisten en cercados en mar abierto donde se engordan y hacen crecer los peces previamente capturados.

Es demasiada presión para una especie que, a pesar de ser muy prolífica, vio disminuir sus efectivos de manera muy alarmante desde principios de este siglo hasta que, en el año 2007, la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico, conocida por sus iniciales ICCAT decidió establecer medidas para limitar las capturas, con la esperanza de salvar la especie.

Si tenemos en cuenta que las hembras de atún rojo ponen millones de huevos y que las larvas, nadadoras desde su nacimiento, crecen con precocidad, las precauciones dieron resultados excelentes, pero el plan inicial se extendería según se planeaba, desde 2007 hasta 2022; y ante el feliz resultado que se viene alcanzando, la ICCAT, con aquiescencia de la Unión Europea, propone bajar la guardia y volver a elevar el límite de capturas, a lo que WWF se opone: esto es lo que se va a discutir esta semana en Marruecos.

WWF recomienda una cuota máxima de captura de 28.000 toneladas anuales, mientras la ICCAT propone 36.000 hasta 2020, lo que supone el doble de lo pescado en 2015, cuando funcionaban los planes iniciales de recuperación. WWF aclara que no se trata de afectar las economías de los pescadores artesanos, a los que incluso se pretende favorecer aumentando sus cuotas, sino de seguir controlando las grandes extracciones abusivas.

La aplicación del "principio de prudencia" resulta siempre recomendable en lo que se refiere a la relación entre el hombre y la naturaleza. De momento nada de seguimiento de los bancos de atunes por aviones, porque ya estamos viendo venir una nueva amenaza en forma de sigilosos drones. Demasiado para la recuperación del más formidable de los peces.

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