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Jesús Laínz

Fábula de la vaca y la mosca

Mil gracias sean dadas a Dolera, vocera audaz del feminista nabo, por visibilizar a España entera a las doncellas que despliegan rabo ​​​​​​​en la celebración titiritera.

Mil gracias sean dadas a Dolera,
vocera audaz del feminista nabo,
por visibilizar a España entera
a las doncellas que despliegan rabo
en la celebración titiritera.

Siempre es buena noticia que cualquiera
denuncie por escrito o vía oral
la dictadura facha, patriotera,
falócrata y heteropatriarcal
que impide progresar a nuestra era.

Sumarme a este jolgorio yo quisiera
con ésta mi pequeña aportación.
¡Qué mundo jubiloso nos espera
ahora que ya es libre la elección
de ser o macho o hembra o lo que fuera!

Llegose ya mi musa volandera
para soplarme en la derecha oreja
la fábula ejemplar y verdadera
sellada con muy sabia moraleja
que hay que memorizar a la primera.

Venid todos y todas a mi vera,
seáis todas y todos bienvenidos,
sentarvos bien, mancebos y mancebas,
que una fermosa historia yo vos digo
para avivar las vuestras pensaderas.

Un rosa atardecer de primavera,
cuando los mirlos vuelven a sus nidos,
rumiaba una rumiante, placentera,
ajena a sensaciones y sonidos,
perdida su mirada en la pradera.

Habiendo olfateado a la lechera,
un díptero braquícero bialado
(vulgaris: una mosca cojonera)
habíase a su vez aposentado
en eso que se dice posadera.

Nuestra heroína diola a la primera
con un ligero toque del plumero,
lo que obligó a la negra picadera
a el vuelo alzar de aquel negro agujero
y salvación buscar rauda y ligera.

Posose más allá de la cadera,
a medias, ni en el culo ni en la frente,
pero menospreció lo largo que era
el rabo que cayó tan de repente
que la obligó a salir a la carrera.

Geómetra avezada como era,
moviose al otro fin del espinazo,
al morro, do riose jaranera.
Pero un más que certero lengüetazo
finó con nuestra mosca cojonera.

He aquí la moraleja con que acabo:
cuando el vigor decae, flaquea y mengua,
seas varón o fémina con nabo,
habrás de terminar, sí, con la lengua
lo que acabar no puedas con el rabo.

En España

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