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EDITORIAL

Puigdemont amenaza y Sánchez se deja amenazar

Puigdemont ha evacuado una advertencia contra Sánchez para que se someta a sus conocidas y chantajísticas exigencias, a saber: la liberación de los golpistas presos y la convocatoria de un liberticida referéndum de secesión en Cataluña.

El esperpento inacabable del supremacismo golpista sumó un nuevo episodio a su historial de bochornos con la rueda de prensa convocada por el golpista Carles Puigdemont en Waterloo. El prófugo montó un show de tercera que pretendía ser un acto institucional con la presencia de su sucesor al frente de la Generalidad, el igualmente indeseable Quim Torra, que contribuyó gustosamente a la astracanada convirtiendo la figura del presidente del Gobierno regional de Cataluña en una figura grotesca objeto de mofa internacional. Los dos cabecillas separatistas simbolizaron un estrafalario traspaso de poderes antes de dar la palabra a otro cobarde, un raperillo acusado de amenazas y enaltecimiento del terrorismo, también él prófugo de la Justicia, como remate de la mamarrachada.

La tremenda debilidad del Gobierno socialista y la total carencia de escrúpulos de Pedro Sánchez permiten a estos miserables amenazar a todos los españoles y seguir dañando la imagen de Cataluña y del resto de España.

Así, Puigdemont ha evacuado una advertencia contra Sánchez para que se someta a sus conocidas y chantajísticas exigencias, a saber: la liberación de los golpistas presos y la convocatoria de un liberticida referéndum de secesión en Cataluña. Si no se avanza en ambos asuntos en los próximos días, los 16 diputados de la partida de Puigdemont abandonarán al PSOE y convertirán en parlamentariamente insostenible la situación del Ejecutivo.

Lo peor es que el Gobierno de la Nación ha recibido la amenaza como si se tratara de una propuesta política normal y se desvive por apaciguar a los golpistas, a ver si así Sánchez consigue acabar la legislatura. No otro es el objetivo de la reunión prevista para el 1 de agosto, con un Ejecutivo intolerablemente dispuesto a seguir haciendo concesiones al separatismo a cambio de sus votos en el Congreso.

Nada bueno puede salir de ahí, ni para Cataluña ni para el resto de España. Este juego de amenazas y cambalaches únicamente sirve para sostener a los pésimos Puigdemont y Sánchez, dos personajes dispuestos a enterrar en el estercolero de la política la dignidad de sus cargos con tal de seguir mangoneando a modo.

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