Si Abascal ambiciona crear una fuerza que desafíe de verdad a la derecha tradicional, tendrá, más pronto o más tarde, que dotarse de un programa económico populista. Es su asignatura pendiente.
La afasia más reciente y extendida insiste en pontificar sobre economía, política y sociedad apoyándose sobre un puñado de clichés anacrónicos. Me refiero concretamente a cinco términos: "izquierda", "derecha", "extrema", "ultra" y "fascista".
A Sánchez le gustan tanto los privilegios de presidente que no concibe otro rol que no sea el de prima donna en cada una de las circunstancias que le toca vivir.
Ya se sabe el horror que siempre ha producido en los partidos comunistas ortodoxos que se desencadene un proceso revolucionario sin que ellos lo controlen.
El pensamiento de derechas, por su propia evidencia y adecuación a la realidad, puede parecer elemental y poco elegante, pero Scruton espanta esos riesgos con dos manotazos de sabiduría y sofisticación.