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Enrique Navarro

Por qué el centro derecha perderá las elecciones

La fragmentación de esos 11 millones de voto no socialistas entre PP, Vox y Cs llevará a unos resultados calamitosos.

La fragmentación de esos 11 millones de voto no socialistas entre PP, Vox y Cs llevará a unos resultados calamitosos.
Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal | LD

Nunca, en la historia reciente de nuestro país se dieron tantas circunstancias para que el centro derecha ganara unas elecciones de calle, y quizás nunca se cometieron tantos errores, para hacer posible lo que a todas luces parecía impensable hace un año.

El primer y más evidente error ha sido la fragmentación, precisamente cuando los tres partidos a la derecha del PSOE más habían convergido ideológicamente. Ciudadanos navegando de la socialdemocracia al mundo liberal; el Partido Popular abjurando del marianismo para volver a sus esencias conservadores y una derecha nacionalista, muy lejana de los postulados del populismo europeo, capaz de movilizar el voto del descontento. El aglutinamiento del bloque de derecha en torno a la ideología liberal conservadora, con matices, ha dejado un amplio campo de acción al PSOE, que ahora aúna desde socialdemócratas moderados al socialismo marxista. La fragmentación de esos 11 millones de voto no socialistas entre tres formaciones llevará a unos resultados calamitosos por una norma electoral pensada para erigir mayorías estables, como no podía ser de otra manera.

Pero no son los únicos errores

Vox no acaba de nacer; llevaba años de fracasos electorales precisamente cuando el PP abjuró de sus posiciones conservadoras tradicionales, es decir cuando el PP era de centro no subía Vox. El partido de Abascal ha sabido aglutinar el voto del descontento contra todo y todos, y se erige como la respuesta salvadora a problemas que son difícilmente solubles en la Europa en la que vivimos, pero eso ahora no es transcendente. El tremendo resultado de Vox en las elecciones, por encima del millón y medio de votos, supondrá una exigua representación, pero a sus votantes les da igual. Es tal su resignación con el sistema, que prefieren tener a Sánchez en la Moncloa y a Abascal liderando la oposición real en el Parlamento, que tener una bicefalia entre Rivera y Casado.

Pablo Casado se ha encontrado al Partido Popular como Zidane al Real Madrid. Rajoy y la división de las primarias dejaron al partido tocado de muerte. El empeño personal de Pablo Casado de mostrarse sin ambages en el entorno conservador ha olvidado un elemento clave. Las victorias del PP en las elecciones siempre se han cimentado en el centro. Aznar llegó a pactos con nacionalistas a los que nunca había llegado el Psoe; terminó con el servicio militar obligatorio y revalorizó las pensiones y apenas modificó leyes complejas socialmente. Casado se ha empeñado en competir con Vox, cuando es su aliado más fiel, en lugar de lanzarse por el voto de Ciudadanos. De todas maneras, la corrupción ha dejado al partido hecho trizas, y es difícil poder evidenciar en la sociedad española que se ha producido la catarsis necesaria para superar el cáncer que ha asolado a los populares, y este sigue siendo el principal activo del partido naranja. Pretender revivir Alianza Popular es sin duda un error estratégico enorme que dinamita el camino emprendido por Aznar cuando tomó las riendas del Partido Popular.

Ciudadanos anda como un zombi. Ciudadanos se está convirtiendo cada vez más en el partido del ciudadano Rivera; la falta de proyecto, los fichajes para mantener la tensión electoral, los mítines, y los dedazos a nivel local y regional están produciendo ya la fuga de militantes; demasiado pronto para un partido que apenas lleva unos años en las instituciones. El partido naranja siente que necesita hacer algo más atrevido cada día para mantener la atracción del electorado, Rentería, la moto, Inés Arrimadas etc etc. El no a Sánchez del partido naranja, sin duda es un gran error. Sobre todo porque luego tendrán que vender que su alianza con el PSOE es la mejor opción para evitar que el gobierno de España caiga en manos de los independentistas. Ciudadanos debería estar a la caza del voto del PSOE y no del de Vox; éste es el gran hándicap para el centro derecha en estas elecciones. Han conseguido que hasta los que más recelaban de Sánchez en su propio partido le vean como la mejor opción.

Los tres partidos de la derecha se han equivocado al minusvalorar al PSOE y a Pedro Sánchez, y creían que la movilización del antisanchismo daría un resultado electoral; pero si esta es su única estrategia ¿para qué ir divididos?

En 2016, Psoe y Podemos se repartieron casi a la mitad el voto de izquierdas; pero fueron casi once millones de votos, lo mismo que la suma de PP/Cs/Vox; y encima con 1,5 millones de votos nacionalistas. La convergencia de eso voto de izquierdas sobre el Psoe era cuestión de tiempo, y Sánchez sabía que para ello debía hacer campaña en la Moncloa; no cerrarse puertas con nadie, sacar la bandera española, y echar mano de la chequera que le regaló Mariano Rajoy cuando en lugar de dimitir se fue de copas. Le han puesto una alfombra roja entre todos al presidente del gobierno y ahora se quejan.

En este duelo de jóvenes candidatos con poca experiencia, Pedro Sánchez ya se vende como el más experimentado y consistente; ya no tiene a un conservador de viejo cuño y más de treinta años de colmillo retorcido enfrente, sino a tres jóvenes incapaces de dejar la sonrisa permanente y de haber tomado las medidas necesarias para impedir lo que ahora se avecina y haber dejado de luchar por su pequeño reino de taifas. Nos guste o no, Sánchez los puede devorar a todos sin que se le note el bótox.

El alto número de indecisos siempre tiende a favorecer al final a los mayoritarios, y en la izquierda podría llevar a que el Psoe, como anticipan las encuestas, pueda llegar al 30% de los votos, sólo necesita recuperar dos millones de votantes de los tres que se fueron a Podemos en 2016, y sin duda la pésima gestión en Podemos en estos años se lo va a poner fácil.

En definitiva, la derecha será mayoritaria en las urnas y la izquierda en el Parlamento, pero después los partidos constitucionalistas deberán decidir qué es lo mejor para España y deberán superar esta campaña; las turbulencias que ya vemos venir exigirán de políticas de mayorías, no nos podemos permitir mantener cuatro años en el Parlamento la campaña electoral, porque entonces la realidad nos devorará a todos; y esta crisis nos pilla todavía en calzones y no como en 2009, que estábamos con la hucha llena y bien abrigados. El despilfarro de estos años nos llevará a un colapso si los vientos se tornan desfavorables, que será lo que ocurra antes o después, y para entonces deberemos hablar de lo importante, entre todos los que pensamos más o menos igual, sean de izquierdas o de derechas.

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