A pesar de que durante la campaña de las generales Pedro Sánchez aseguró que no haría cesiones al separatismo que previamente le encumbró, su primera decisión de calado en los prolegómenos de la nueva legislatura deja claro que seguirá precisamente esa derrota. No de otra forma puede entenderse su apuesta por que los filonacionalistas Meritxell Batet y Manuel Cruz, del filonacionalista PSC, presidan el Congreso de los Diputados y el Senado, respectivamente.
Batet y Cruz se han caracterizado siempre por su afán de tender puentes con supremacistas y golpistas a fin de encontrar "un nuevo encaje de Cataluña en España", fórmula empleada en el mundillo del PSC para blanquear proyectos que tienen por objetivo la voladura del orden constitucional y acabar con la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles ante la ley. Batet llegó incluso a votar en la Cámara que previsiblemente va a presidir en favor de autorizar un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Elegida más tarde ministra de Política Territorial, se estrenó en el cargo con un acto en defensa de una reforma federal de la Constitución que por supuesto nada tenía de federal, sino que pretendía atomizar aún más el régimen autonómico. En cuanto a Cruz, es igualmente uno de esos federalistas que, en vez de afanarse por unir, se desviven por separar. El federalismo realmente existente en España es así de incoherente, liberticida y dañino para la Nación.
Como aseguró muy acertadamente Albert Rivera en fechas recientes, el PSC ha "engullido" al PSOE, y a partir de la próxima semana las Cortes Generales "van a estar presididas por un partido nacionalista", ya que el PSC "actúa como los nacionalistas, habla como los nacionalistas y pide pactos como los nacionalistas".
Los movimientos de Sánchez antes incluso de que arranque la legislatura dan cumplida cuenta de su idea de país y por dónde irá en los próximos cuatro años. Su asociación con la izquierda antisistema y el separatismo debe ser contundentemente reprobada el próximo domingo en las urnas, de donde deberían salir ayuntamientos y comunidades que sirvan de refugio ante el vendaval de socialismo liberticida y antiespañol que nos aguarda.