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EDITORIAL

La derecha debe poner al PSOE en su sitio

Las tres fuerzas del centro-derecha deben actuar con inteligencia y altura de miras, teniendo bien presente el objetivo superior de hacer frente a los socialistas y a los grupos liberticidas que los sustentan.

El oportunismo de Pedro Sánchez hizo que los españoles acudieran este domingo a una triple cita electoral sólo un mes después de las elecciones generales. La victoria del PSOE el 28-A, magnificada por la fragmentación del voto en el centro-derecha, hizo que los socialistas confiaran en una nueva debacle derechista, que dejaría en sus manos un poder formidable.

Por desgracia para Sánchez y para bien de España, no ha sido así.

Pablo Casado ha salido airoso del envite. El PP está en disposición de recuperar el ayuntamiento de la capital y de retener la Comunidad de Madrid, dos objetivos de extraordinaria importancia estratégica, así como de conservar feudos como Castilla y León y Murcia. Por su parte, Ciudadanos no consigue superar al PP, pero puede entrar en numerosos y muy importantes Gobiernos locales y autonómicos, empezando por los de Madrid (comunidad y ayuntamiento). En cuanto a Vox, aunque se deja la mitad del electorado que consiguió en las generales, será igualmente una fuerza decisiva para impedir la constitución de Gobiernos frentepopulistas.

Tanto el Sánchez del "¡No es no!" y del cordón sanitario a la derecha como su PSOE del "¡Con Rivera no!" tratan de enredar a Ciudadanos para que traicione a sus votantes y permita a los socialistas gobernar en plazas que han expresado un muy vivo rechazo a la izquierda liberticida que capitanean. El individuo que llegó a la Moncloa de la mano de etarras, golpistas y comunistas bolivarianos tiene la desvergüenza de pretender dictar la política de pactos a sus rivales, por él mismo demonizados; pactos que pasan por excluir a un partido que, a diferencia del PSOE y tantos de sus aliados de conveniencia, presenta unas credenciales democráticas impecables. Vox, lejos de ser una amenaza para la democracia, se ha afanado por que sus enemigos declarados, los que llevaron a Sánchez al poder mientras perpetraban un golpe de Estado, fueran llevados ante la Justicia.

Con su proverbial falta de escrúpulos, Sánchez pretende convertir estrepitosas y muy merecidas derrotas de la izquierda en sonadas victorias que desarbolen por completo a la derecha. Sirva el Ayuntamiento de Madrid como ejemplo paradigmático: hace cuatro años, el PP ofreció la Alcaldía a unos socialistas que habían cosechado un colosal fracaso en las urnas para impedir que cayera en manos de los comunistas de la nefasta Manuela Carmena. Pues bien, fue el propio Sánchez quien ordenó rechazar el ofrecimiento, y prefirió entregar la ciudad a quienes, a lo largo de estos cuatro años, se han revelado sus peores enemigos. Ahora tiene que pagarlo. Ciudadanos no puede traicionar de una manera tan infame a su electorado ni condenar a Madrid a padecer a unos partidos a los que ha rechazado con tremenda contundencia.

Se abre un periodo de negociaciones en el que las tres fuerzas del centro-derecha deben actuar con inteligencia y altura de miras, teniendo bien presente el objetivo superior de hacer frente a los socialistas y a los grupos liberticidas que los sustentan. Casado, Rivera y Abascal deben hacer lo necesario para poner al PSOE en su sitio. Cualquier otro desarrollo sería funesto para España y un auténtico suicidio para los descalificables insensatos que lo promovieran.

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