Ganaste, Pedro Sánchez, los comicios,
a muchos diputados del segundo.
Y aquella noche, eufórico y jocundo,
tenías unos hados muy propicios.
Pero ha pasado un tiempo, y los auspicios
te dejan un pelín cogitabundo.
El triunfo no es tan claro y tan rotundo,
tal como parecía en los inicios.
Ya van pasando, rápidos, los días,
y no se advierten claras mayorías,
por más que sumes, restes y combines.
Mañana no lo sé, pero hoy tu peso,
contando los escaños del Congreso,
son ciento veintitrés diputadines.