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Pablo Molina

La España que llora

La España productiva es cada vez más la España que llora. La otra es la que vive del favor político y el presupuesto público.

LD

La izquierda es ajena al daño que produce en las personas porque ella lucha por la Humanidad, concepto metafísico que a nada compromete porque nada representa en realidad. Sus medidas cuando alcanza el poder arruinan a las clases desfavorecidas, las primeras que sufren el paro y la recesión económica que siempre acaba provocando el socialismo, pero una masa nada desdeñable de votantes izquierdistas está dispuesta a volver al arroyo una y otra vez siempre que manden los suyos, de ahí que estos no tengan excesivo interés en cambiar.

El último ejemplo de esta crueldad izquierdista con los que menos tienen es el de los bolivarianos coaligados con Sánchez, que han decidido crujir por el espinazo a los que viven de alquiler y a los propietarios de tales viviendas, que en no pocos casos son el fruto de toda una vida de ahorro para poder completar con esas rentas, una vez llegado el retiro, la magra pensión. Unos y otros lo van a tener mucho más difícil para ordenar sus relaciones de manera consensuada, porque el Gobierno perroflauta va a decidir el precio y las condiciones de dichos acuerdos. Si a los propietarios no les salen las cuentas, no pondrán los pisos en alquiler, con lo que la oferta se reducirá y solo los privilegiados, los que estén dispuestos a pagar en dinero negro o los enchufados por las organizaciones izquierdistas podrán acceder a un mercado que, hasta que llegó esta tropa desaliñada, iba ampliando la oferta y bajando los precios de manera intensa y continuada.

Pero no suele verse en las televisiones. Los medios de masas se quedan solo con el anuncio de las medidas del Gobierno y los objetivos sociales que se pretenden alcanzar. Casi nunca aparece la realidad, es decir, los casos concretos de las personas a las que han afectado esas medidas y se han quedado en la ruina, que es lo que suele ocurrir cuando los socialistas imponen a fondo su agenda política.

Por eso es todavía más encomiable el ejemplo de la televisión madrileña, que este martes ofreció a sus espectadores el testimonio brutal de un pequeño empresario a punto de irse a la ruina y de perder la empresa familiar que él y sus hermanos han sostenido a lo largo de casi cuarenta años. Las lágrimas de este autónomo son las de millones de trabajadores y empresarios condenados a la ruina por Sánchez e Iglesias, dos personajes siniestros encaramados al poder y dispuestos a inyectar más dosis de socialismo a una economía al borde de la postración.

La España productiva es cada vez más la España que llora. La otra es la que vive del favor político y el presupuesto público. Cuando la segunda duplique a la primera estaremos listos para convertirnos en la Venezuela de Europa. Ya falta menos.

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