Además de rendir un merecidísimo homenaje al magnifico trabajo que los militares desempeñan tanto en sus misiones en el extranjero como en la lucha contra la pandemia del coronavirus, Felipe VI ha aprovechado su discurso con ocasión de la Pascua Militar para ensalzar la Constitución como “origen de la legitimidad de todos los poderes y de todas las instituciones del Estado”, una legitimidad que "se renueva cada día respetándola y observándola”.
Ante el reiterado y extenso homenaje del Rey a la Ley Fundamental, “camino libre y democráticamente decidido por el pueblo español”, muchos españoles se podrán preguntar, parafraseando a Bertolt Brecht, qué tiempos serán estos en que es necesario defender lo obvio. Pues bien, la reafirmación de lo obvio por parte del monarca –reafirmación que, “a veces”, decía Orwell, “es el primer deber de los hombres inteligentes”– es perentoria, dado que España sufre una anomalía sin parangón en el mundo libre: tiene un Ejecutivo apoyado por formaciones golpistas que abiertamente han vulnerado y pretender seguir vulnerando el orden constitucional. Tal es el caso no sólo de los proetarras de Bildu o de los partidos separatistas implicados en el golpe de Estado en Cataluña, como ERC, también de la extrema izquierda podemarra, que desde la propia vicepresidencia del Ejecutivo cuestiona permanentemente a España como nación, así como la legitimidad de la Monarquía parlamentaria consagrada en la Carta Magna.
En este sentido, más le valdría a la ministra de Defensa, Margarita Robles, centrarse en la amenaza real para el orden constitucional que representan las alianzas parlamentarias del PSOE en lugar de en mensajes privados que se han cruzado un puñado de militares jubilados con esperpéntica vocación de salvapatrias. Y es que, por lamentables que sean esos comentarios tabernarios, en modo alguno constituyen una amenaza mínimamente equiparable a la que a día de hoy representan las formaciones antisistema aliadas con el gobierno. El único riesgo de golpe de Estado no procede del Ejército sino de las formaciones contrarias a la Constitución del 78 con la que el PSOE ha pactado y conformado su Gobierno.
Robles debería preocuparse muchísimo menos por el reconocido y merecido prestigio de las Fuerzas Armadas y un poco más por el prestigio del Gobierno del que forma parte. Como dice el refranero popular, “dime con quien andas y te diré quien eres”; y ante los compañeros de viaje de este Gobierno, nada más necesario e inteligente que reiterar lo obvio, tal y como ha hecho Felipe VI en defensa del orden constitucional y de la unidad de la Nación.

