No parece que una persona como Carolina Darias, cuyo paso por la Subdelegación del Gobierno en Las Palmas se vio manchado por sus encontronazos con la Guardia Civil y una clamorosa inobservancia de la Ley de Riesgos Laborales, sea la persona más idónea para sustituir a Salvador Illa en el Ministerio de Sanidad. Tampoco es que la avale, precisamente, su más reciente trayectoria como ministra de Administraciones Públicas, donde ha sido corresponsable de la incompetencia y descoordinación entre Administraciones a la hora de abordar la pandemia del coronavirus.
Sea como fuere, no le será difícil hacer mejor papel que Illa, ministro nefasto que deja el cargo sin arrepentirse de nada y dejando al país sin las vacunas prometidas, con el mayor número de fallecidos por covid de toda la UE y con el personal sanitario más infectado del mundo.
Mucho más criticable es, de hecho, el nombramiento de Miquel Iceta como ministro de Política Territorial, nombramiento que parecería un premio de consolación por la candidatura de Illa a la Generalidad. Desde luego, poco se puede esperar de un personaje como el exhibicionista y enredador Iceta, pionero en la defensa socialista de los indultos a los golpistas del 1-O, así como partidario del falso derecho de autodeterminación y de la no menos disparatada consideración de España como un “Estado plurinacional de ocho o nueve naciones”. Eso, por no recordar su pasado apoyo a la corrupción del PSOE en torno al caso Filesa.
El nombramiento de Iceta será del agrado de los aliados separatistas del Gobierno social-comunista, pero constituye una pésima noticia para la vertebración y la coordinación territorial de la Nación, más aun en unos momentos en los que se están registrando las peores cifras de fallecimientos por coronavirus desde la primera ola de la pandemia.
Está visto, sin embargo, que Sánchez maneja las carteras ministeriales como si fuesen premios de consolación que repartir entre amigos, poco importa si su perfil es el menos indicado para encarar una crisis territorial y sanitaria de la envergadura que padece España. Y es que, como bien señala Ayuso, parecería que Sánchez “ni siente ni padece lo que está pasando” en nuestro país.