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EDITORIAL

Casado el apaciguador, sucesor del pasmado Rajoy

¿Qué pueden esperar de Casado los catalanes que quieren seguir siendo españoles y que se les garanticen sus derechos constitucionales?

Todo el mundo recordará –o debería– cómo el infausto Gobierno de Mariano Rajoy prohibió a la Policía y a la Guardia Civil mostrar videos de las agresiones sufridas por sus agentes mientras trataban de impedir la ilegal votación secesionista celebrada el 1 de octubre de 2017. Aquella cobarde decisión del Ejecutivo del PP, lejos de apaciguar los ánimos de los separatistas, favoreció su falaz relato, según el cual los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, lejos de utilizar la fuerza con la proporcionalidad justa y necesaria para evitar la comisión de un delito tan grave, protagonizaron cargas innecesarias y extremadamente violentas contra pacíficos ciudadanos que sólo trataban de ejercer su derecho al voto.

Pues bien, el martes el presidente nacional del PP, Pablo Casado, reforzó nuevamente el relato falsario de los golpistas al asegurar en RAC 1, formidable altavoz sedicioso antes, durante y después del 1-O, que esas cargas policiales “se deberían haber evitado”.

Esta es la hora en la que Casado no ha aclarado que lo que quería decir es que, a diferencia de Rajoy, él hubiera aplicado el artículo 155 de la Constitución y destituido al Gobierno regional golpista muchos meses antes de que consumara el compromiso adquirido por Puigdemont en 2016 de celebrar a finales de 2017 una consulta secesionista como la perpetrada el 9 de noviembre de 2014. En ese caso, sin la menor duda no habría habido actuación policial que lamentar, porque no se hubiera producido una jornada sediciosa como la del 1-O.

Pero como el insensato Gobierno de Rajoy –con la complicidad del resto de la clase política– no tomó esa decisión crucial, la actuación policial en defensa del orden constitucional se hizo inevitable. Y fue una actuación "impecable", como proclamó en su día Cayetana Álvarez de Toledo, no por causalidad defenestrada por Casado el apaciguador.

En 2017, Casado no hizo pública la menor discrepancia con la pésima gestión del anunciadísimo golpe separatista por parte de Mariano Rajoy, de cuyo equipo era y siguió siendo un miembro destacado. Es cierto que su posterior decisión de disputar a Soraya Sáenz de Santamaría la Presidencia del PP abrió la esperanza de una regeneración que llevara a ese partido a recuperar sus despreciadas señas de identidad y liderar la lucha contra el nacionalismo. Pero su decisión de apartar de la primera línea a Álvarez de Toledo, su bochornoso alineamiento con el Gobierno de Sanchez y sus socios separatistas en contra de la moción de censura planteada por Vox y sus palabras en RAC-1 le convierten en un ominoso sucesor de Rajoy.

Así las cosas, ¿qué pueden esperar de Casado los catalanes que quieren seguir siendo españoles y que se les garanticen sus derechos constitucionales? ¿La pasividad e indolencia de Rajoy? ¿Algo acaso aún peor? Luego lamentará que los votantes de Vox no vuelvan al PP y que, por el contrario, su partido desnortado siga perdiendo apoyos en beneficio del de Santiago Abascal... e Ignacio Garriga.

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