Colabora
José García Domínguez

Tras los minutos de la basura

¿Podrá Casado no querer ser como el Abascal en la Plaza del Obradoiro, pero sí ejercer de su alter ego a tiempo completo en la Puerta del Sol?

Tras los minutos de la basura, cuando concluya el preceptivo trabajo sórdido de demoler Ciudadanos por las vías nada estéticas y mucho menos confesables que son de rigor en estos casos, pongamos que después del verano, el Partido Popular se encontrará ante un escenario interno esquizoide. A un lado del diván del psiquiatra, un Feijóo alardeando de haber empujado a Vox al rincón de la definitiva insignificancia en Galicia; al otro, una Ayuso celebrando su particular no pasarán merced a la entente entre las dos derechas duras madrileñas. Así las cosas, ¿podrá Casado no querer ser como el “señor Abascal” en la Plaza del Obradoiro, pero sí ejercer de su alter ego a tiempo completo en la Puerta del Sol? Podrá, claro que podrá. ¿O acaso no puede el PSOE gobernar con la tropa de Puigdemont en la Diputación de Barcelona al tiempo que lo persigue a él por toda Europa y mantiene presos en la cárcel a los principales dirigentes de su partida? Por el lado del trastorno bipolar no vendrá el problema. 

Eso sí, la muy desganada coalición que los socialdemócratas se vieron forzados a suscribir con Podemos ante la terca negativa de aquel cráneo privilegiado, el tuitero Rivera, a facilitarles otra salida, una vez muerto y enterrado Ciudadanos se va a convertir en una alianza estable, crónica y estructural. Algo muy parecido al acuerdo permanente que mantienen la CDU y la CSU en Alemania. No porque el matrimonio se ame, sino porque a los socialdemócratas no les va a quedar otro remedio si ansían gobernar. Y al PP le va a ocurrir exactamente lo mismo con Vox. Tampoco en su caso, huelga decirlo, porque se quieran. Que Casado pueda llegar algún día a la Moncloa es algo que aún está por ver. Pero lo ya seguro a estas horas es que, le guste o no, nunca llegará allí sin la compañía de Vox. Por lo demás, una condición necesaria, la de la escolta de Abascal, pero quizá no suficiente. No a ojos del PNV y demás bisagreros profesionales. El PSOE abandonó en su día el marxismo para ocupar ese edificio. Y el PP de Aznar hizo lo propio con los célebres tirantes rojigualdas de don Manuel. ¿Concedería Vox hacer lo propio con el Título VIII de la Constitución?

Ver los comentarios Ocultar los comentarios

Portada

Suscríbete a nuestro boletín diario