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José García Domínguez

Hacia un tripartito encubierto en Cataluña

En el Principado, aunque no lo parezca, hay quien tiene dos dedos de frente.

En el Principado, aunque no lo parezca, hay quien tiene dos dedos de frente.
Pere Aragonés (derecha), en el Parlamento regional de Cataluña con un compañero de partido. | EFE

Vuelve, siempre igual a sí mismo, el tedioso alboroto catalán. Ahora con la improbable amenaza de una repetición electoral ante el desacuerdo entre las dos principales partidas del indigenismo. Un pulso, el que le está echando Puigdemont a la Esquerra, que encuentra su apoyatura psicológica en el hecho de que la constelación ex convergente, la suma de Junts per Catalunya y el PDeCAT, obtuvo más votos que la Esquerra. Muy simbólico clavo ardiendo al que se aferran para tratar de imponer a esa poquita cosa, Aragonès, la tutela externa del Payés Errante. Tubo por el que la Esquerra se niega a pasar. Pero renuncia de la que no procede inferir que habrá repetición electoral. Y ello por la muy prosaica razón de que ni los unos ni los otros tendrían nada que ganar y sí, en cambio, mucho que perder. En Cataluña, la diferencia de escaños entre separatistas y leales se antoja demasiado ajustada como para andar jugando con las cosas de comer. De ahí que, casi con toda seguridad, Aragonès será investido no sé cuántos presidente de la Generalitat antes de la fecha límite.

Un escenario que, también con toda probabilidad, abriría las puertas a una suerte de tripartito encubierto; entre otras razones, porque el PSC acaba de fagocitar a Ciudadanos y no se puede permitir afrentas explícitas de entrada. En Cataluña, aunque no lo parezca, hay quien tiene dos dedos de frente. Son los que saben, entre ellos muchos independentistas, que los que estamos vivos nunca veremos la secesión. Europa no quiere otra Yugoslavia en el Oeste. El precedente de Croacia, reconocida en su día por Alemania, no se volverá a repetir. Para los que supieron entenderla, la verdadera lección de octubre del 17 fue esa. De ahí que ahora mismo no exista ninguna alternativa realista para los separatistas distinta a la de administrar Cataluña como lo que es, una simple región de España. Así las cosas, la Esquerra acabará necesitando al PSC si consuma el divorcio con el tronado. Y el PSOE necesitará a la Esquerra para aguantar los dos años que todavía le quedan a la legislatura. Lo dicho, encubierto, muy, muy disimulado, pero tripartito.

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