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Miguel del Pino

Dimisión, señor Duque

Nadie hasta ahora había agraviado tanto a las Ciencias y las Humanidades españolas como el Ministro Pedro Duque.

Nadie hasta ahora había agraviado tanto a las Ciencias y las Humanidades españolas como el Ministro Pedro Duque.
El ministro-astronauta, Pedro Duque | Ricardo Rubio - Europa Press

Hay ruido en las Universidades españolas, de microscopios y de ordenadores, no de sables, tranquilo; pero con su borrado de nombres de los Premios Nacionales de las diferentes especialidades de Ciencias y Humanidades, el Ministro ha superado todas las marcas de desprecio a tantos sabios insignes, y lo ha conseguido de un solo golpe.

Ya sabemos que la petición será inútil, véase el precedente Illa, pero es obligado solicitar la dimisión inmediata del ministro-astronauta que ha sido para el recuerdo de estos héroes de nuestras ciencias y letras un "Caballo de Troya con escafandra".

En el mundo científico nadie se escandalizó cuando fue nombrado Ministro de Ciencia con sustrato en su condición de astronauta, de segundo astronauta de nuestra Historia. Sabemos que un astronauta es mucho más que un atleta privilegiado desde el punto de vista de facultades físicas y fisiológicas; su formación debe abarcar el campo científico para hacer rentable su odisea, de manera que no hubo objeción alguna.

Pero vemos ahora con tremendo desánimo que no estábamos ante el sabio amable que su imagen daba a entender en sus comienzos en la política, sino de alguien o muy sectario o muy débil de carácter, lo suficiente para dejarse influir por quienes llegan a lo irracional llevados por su sectarismo.

La descabellada decisión del borrado de los nombres de nuestros ilustres sabios, cuya completa relación pueden encontrar en nuestras páginas gracias al brillante artículo de Don Pedro Fernández Barbadillo, requiere al menos tres actuaciones inmediatas: rectificación, dimisiones de todos los responsables y apunte de lo sucedido por parte de los partidos aspirantes a la sucesión del "Sanchismo" para reponer con todos los honores dichos nombres tan pronto como las urnas se lo permitan.

Probablemente se trata como decíamos de una tristísima plusmarca en el registro de las ofensas, de manera que forzosamente debemos sentirnos especialmente indignados los respectivos especialistas de cada una de las ramas afectadas por el despojo. En mi caso, como biólogo, hago referencia a Santiago Ramón y Cajal que hasta ahora ilustraba con su nombre el Premio Nacional de Biología.

Resulta Don Santiago víctima por tercera vez del trato injusto y despreciable de sus compatriotas a los que tanto favoreció con su trabajo, y no solo hago referencia a la obtención del Premio Nobel por su "Teoría de la neurona" sino también a la pérdida de su salud como médico de campaña en la Guerra de Cuba. Conociendo su capacidad de trabajo y su abnegación, sabe Dios a cuántos infelices salvaría la vida por aquellas maniguas infectadas de malaria.

El primer agravio sufrido a manos de sus compatriotas fue consecuencia de la ignorancia y de la violencia descerebrada: el piquete de milicianos que asaltó su casa en la madrileña calle de Alfonso XII no tuvo reparos en confiscar el automóvil que había adquirido gracias a la concesión del Premio Nobel.

El segundo agravio se produjo tras la muerte del sabio, cuando sus últimos descendientes no consiguieron que el Estado entrara en la puja por la adquisición del pequeño palacete en que había vivido y trabajado y en que todavía se conservaba en el ático su gabinete de trabajo.

Quedó así frustrado el proyecto de "Museo Cajal", que junto al Museo Antropológico, casi colindante, hubiera dado lustre especial a esa noble zona, junto al Retiro, el Observatorio y la Estación de Atocha. Los objetos propios del trabajo del científico tratan hoy de ser salvados por los últimos románticos que los conservan como pueden en algunos locales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

El tercer agravio es el intento actual de pasar su nombre al olvido retirándolo del más prestigioso premio científico del momento: del más prestigioso hasta ahora, ya que dicho nombre ofrece al premio mucho más de que tal premio gratifica al sabio. "No hay derecho" es lo que están diciendo en este momento infinidad de universitarios españoles.

Cajal tiene entusiastas seguidores, destaquemos al profesor Benjamín Fernández Ruiz, Catedrático emérito de histología de la Complutense: En ellos confiamos para que el nombre y la obra del sabio renazcan con especial fuerza y sobrenaden a tanta basura, ignorancia y sectarismo.

Recuerdo en este momento que el citado Doctor Benjamín Fernández, en su discurso de ingreso de la Real Academia de Farmacia nos ofreció una encantadora visión de otras facetas de Cajal mucho menos conocidas, como la literaria. Sin duda Don Santiago ha sido una de las mentes más clarividentes de la Historia de la Ciencia española.

Quienes hayan aconsejado al Ministro-astronauta sobre la descabellada decisión que estamos rechazando con indignación no hacen más que seguir en su línea, bien los conocemos, pero al dejarse llevar por un Gobierno sectario que parece despreciar lo español por el hecho de serlo, dicho Ministro se ha desprestigiado para siempre. Que dimita de inmediato es lo mejor que podemos aconsejarle.

MIGUEL DEL PINO ES BIÓLOGO Y CATEDRÁTICO DE CIENCIAS NATURALES.

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