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Daniel Blanco

El Barcelona se desangra en su ciudad maldita

Da la sensación de que al Barça le gana ahora cualquiera, le rompe los esquemas cualquier equipo que sepa hacer medianamente las cosas.

Da la sensación de que al Barça le gana ahora cualquiera, le rompe los esquemas cualquier equipo que sepa hacer medianamente las cosas.
El Barça, un desastre | Agencias

En la ciudad donde empezó esta pesadilla, donde los cimientos del Barcelona empezaron a tambalearse, cosechó el club otro desastre para la historia. El ciclo del horror se cerró ayer en el mismo lugar y el Barcelona murió de la misma manera. El 14 de agosto de 2020, en este estadio de Da Luz, el equipo azulgrana recibió una puñalada de la que no ha sabido reponerse. Trece meses después recibe otra de una magnitud brutal porque pone en peligro el camino en Europa.

La goleada del Benfica en la noche de este miércoles fue algo descorazonador, inesperado, porque el Barcelona tontea con el ridículo constante cada partido pero nunca se pudo esperar que todo se diera de la manera del encuentro de esta jornada de Champions. Da la sensación de que al Barça le gana ahora cualquiera, le rompe los esquemas cualquier equipo que sepa hacer medianamente las cosas. Es un desastre, sin paliativos con contínuos partidos malos que hemos visto en los últimos tiempos. La conclusión es que todo puede ir a peor.

El espejismo del otro día ante el Levante era algo bastante esperado. No había muestras firmes, salvo un comienzo de partido el pasado domingo muy digno, que esto pudiera ser sostenible. Como el edificio que se tambalea porque el tejado está mas fuerte que la base. Y el Barça ahora no tiene base ninguna y eso es un problema dramático para el club.

Ayer volvió a apostar Koeman por cinco defensas, tres centrales, para albergar más posibilidad de estar juntos, de recibir menos ataques, menos peligro. Pero bastaron dos minutos para que Eric García (cada vez más superado por todo, por su propio nivel y por el entorno que envuelve a un debutante) no pudiera parar en carrera al uruguayo Darwin Núñez y tampoco le encimara y, por supuesto, le dejara rematar para el 1-0. Con eso un entrenador debe contar pero a menudo no cuenta porque confía en que nada se estropeé al inicio.

Se repuso el equipo pero lo hizo con poca cosa. Una ocasión de De Jong, un tiro de Pedri. Es verdad que acometió la segunda parte con alma, con algo de fuerza pero se le fue con los cambios. Ya había empezado a temblar todo cuando De Jong pasó a ser central porque Koeman sacó del campo a un Piqué horrible, que hizo ayer una media hora dantesca, con fallos de colocación, sin rapidez. Pero el holandés estaba bien en la creación y en la llegada, y el técnico acabó con ello de cuajo. Fue como renunciar a todo y eso se paga.

Luego la esperanza de hacer algo con un triple cambio ilusionante (Coutinho, Nico y Ansu a cancha) se difuminó de inmediato. Una caraja defensiva de magnitudes siderales permitió al Benfica anotar. Y el cuento se acabó y lo hizo convirtiendo en pesadilla el resto del partido. Ni un tiro a puerta y la sensación de que nada puede ir a mejor en este equipo.

El club piensa ya en un recambio para Koeman que llegará seguramente al Metropolitano pero que hará las maletas el mismo domingo cuando vuelvan a Barcelona. El técnico, que llegó tras la debacle de Lisboa 2020, se irá poco después de la de 2021. En el mismo sitio y perpetrando el mismo crimen con cambio de asesino, como en el juego de Cluedo, pero con la misma víctima, el club y el aficionado medio. Así está este equipo con difícil solución a corto plazo y pudiendo quedar fuera de la Champions en la fase de grupos por primera vez en 20 años. Urge un cambio drástico si no quiere el club que la temporada deportiva esté acabada en octubre.

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