Bien empleado le está a RTVE, "la pública", como gustan de decir, cuando están a favor, los que ahora están en contra. Pero "la pública" ha cometido un error garrafal, de principiante, al dar entrada a la votación popular para seleccionar al candidato a perder en Eurovisión. Al darle entrada, es decir, sin dársela del todo. El choque de legitimidades estaba asegurado desde el punto y hora en que el jurado profesional contradijera al pueblo soberano. La pública quiso jugar a la democracia directa, pero sólo a medias. Es un juego peligroso.
Más aún cuando esta selección era el asunto político más importante que tenía España entre manos. Hay mucho diputado y mucha ministra ociosos. Y no cuesta nada congraciarse con el público bajando del pedestal para mostrar preferencia, como uno más, por tal o cual concursante. La izquierda y el nacionalismo tenían sus candidatos, y perdieron. ¡Otra derrota! Perdieron a causa de los expertos, que, ya se sabe, son siempre como de derechas. La falta de democracia se ha denunciado airadamente: ¡decidieron cinco! El pueblo contra los expertos fue una constante del momento populista, pero téngase en cuenta que ese momento está ahí siempre, en el seno mismo de la democracia. Por eso la democracia, si se quiere que sobreviva, tiene que ir cargada de contrapesos.
No se veía nada igual desde que el TC echó abajo algunos artículos de aquel estatuto de Cataluña aprobado previamente en referéndum. Con una mínima participación, cierto, pero qué más da, si se puede oponer el concepto decisión del pueblo al de imposición de unos cuantos. Y esto es así se llamen los expertos magistrados del Constitucional o jurado del Festival de Benidorm, y se trate de un referéndum o de una votación en un concurso de la tele. El atropello llegará al Congreso, de la mano de Galicia en Común, que ha resucitado con este motivo. En la lucha, también el BNG, que se veía representado en Eurovisión y se quedó con la miel en los labios. Y el sindicato CCOO de RTVE, siempre en la vanguardia de la defensa de los trabajadores.
La melopea participativa de RTVE condujo al choque de legitimidades y despertó los instintos linchadores de la turba, atizados por personajes de la política y los medios. Consiguió hacer de un espectáculo musical un espectáculo de odio típico de la era populista de las redes.