Menú
Daniel Rodríguez Herrera

Sólo el PP podía echar a perder su propia victoria

Ciudadanos ya estuvo a punto de dejar al PP como tercera fuerza. Como siga así, Casado logrará que lo haga Vox.

Ciudadanos ya estuvo a punto de dejar al PP como tercera fuerza. Como siga así, Casado logrará que lo haga Vox.
Pablo Casado. | Europa Press

Tienen toda la razón quienes concluyen que el resultado de las elecciones de Castilla y León es un fracaso personal de Pablo Casado y de su maquiavelo del escupitajo. Quisieron romper un Gobierno de coalición estable con Ciudadanos con un candidato gris para arrogarse el protagonismo de una victoria que creían sería lo suficientemente holgada como para permitirles gobernar en solitario aunque no alcanzaran la mayoría absoluta. De ese modo demostrarían a una España escéptica que es el PP, es decir Casado, quien gana elecciones, y no esa advenediza madrileña cuyo nombre no debe pronunciarse en Génova, especialmente si se hace tres veces seguidas delante de un espejo.

Spoiler: les ha salido mal. Es más, les ha salido al revés. Si ese era el propósito, el resultado demuestra que quien gana elecciones es Ayuso y no Casado. Pero que todo eso sea cierto no debe ocultar un hecho significativo: el PSOE ganó en 2019 y ha perdido en 2022. Como ganó en Madrid y perdió en 2021. La diferencia entre Ayuso y Mañueco es que en la capital la izquierda se derrumbó y en Castilla y León se ha limitado a perder. Pero ha perdido. Podemos regresa al estado natural de las cosas para la extrema izquierda en España, demostrando que ese supuesto liderazgo excepcional y enorme gancho electoral de Yolanda Díaz simplemente no existe. El PSOE, después de promocionar a través de todos sus medios, que son muchos, a los partidos regionalistas, ha tenido los segundos peores resultados de su historia. No tiene ninguna posibilidad de gobernar. Los que iban a las elecciones con eslóganes tan atractivos como que "hay que perdonar a ETA", básicamente para seguir en el poder aupados sobre los cadáveres de Fernando Múgica, Joseba Pagaza y Fernando Buesa, entre otros, renunciaron no ya al honor sino a la más mínima decencia para ganar sillones y van a terminar sin decencia ni sillones.

Cualquier partido con dos dedos de frente aceptaría la realidad: que gobernar en solitario a partir de ahora va a ser la excepción y no la regla y que, con el derrumbe de Ciudadanos, cuyos votantes han vuelto en muchos casos a votar al PP, el único socio que tienen los populares es Vox. Que Vox es un partido de derechas, sin más, muchos de cuyos votantes pueden optar por el PP dependiendo de las elecciones, como se demostró en Madrid, y que eso de la "ultraderecha" es un espantajo creado por la izquierda para intentar acomplejar a la siempre dispuesta Maricomplejines. Y que el jefe de Bildu y sus aplaudidores en los medios podrán decir misa, pero el PP tendría que pactar con un Hitler resucitado para poder superar en indecencia los acuerdos del PSOE con comunistas, golpistas y etarras.

Cegado por el éxito de la desaparición de Ciudadanos, el líder del PP sigue sin darse cuenta de que para ganar con holgura y poder gobernar no sólo necesita a Vox, sino ser un líder en quien el votante de derechas pueda confiar. Porque en la derecha abunda el voto útil, y echar a Sánchez y su pandilla proetarra, liberticida y antiespañola es la prioridad absoluta. Muchos decidiremos qué papeleta echar en la urna dependiendo de qué hará más probable un Gobierno de derechas sin mezcla de izquierda alguna. Pero lo que nos dicen continuamente Pablo y Teo es que prefieren el apoyo de los que pactan con Bildu antes que el del partido que formaron antiguos compañeros de siglas. Así que no nos están dejando más opción que Vox.

Ciudadanos ya estuvo a punto de dejar al PP como tercera fuerza. Como siga así, Casado logrará que lo haga Vox. Empezaremos a verlo venir si fuerza una repetición en Castilla y León por no querer pactar con el partido de Abascal. Y ese estropicio yo creo que ni Ayuso podría arreglarlo.

Temas

En España

    0
    comentarios