
Hay algo peor que pactar con los herederos de ETA: hacerlo y al mismo tiempo erigirse en modelo moral para recriminar al adversario político que haga lo propio con quien considere.
Este es el escenario, Pedro Sánchez se encama con todos los enemigos de España, entre ellos golpistas, comunistas y herederos del terrorismo, y Pablo Casado se siente intimidado por él ante la posibilidad de pactar con Vox.
Hubo un tiempo en que todos los problemas territoriales del Estado pudieron haberse solucionado con un sencillo pacto entre los dos grandes partidos, PSOE y PP. Hoy ya no es posible, Zapatero primero y el sanchismo después han polarizado el país desenterrando la Guerra Civil. No es una cuestión ideológica entre izquierdas y derechas, pues en el bloque sanchista se reúnen enemigos de la Constitución de izquierdas y de derechas, sino entre españoles y sus enemigos. No digo que en el PSOE no los haya, pues la tradición la lleva en las mismas siglas, pero este PSOE está secuestrado por el sanchismo, que lo único que le importa es el poder, aunque sea a costa de ir vendiendo la soberanía nacional por parcelas.
Pablo Casado está cometiendo el mismo error tras las elecciones de Castilla y León que en las elecciones catalanas. Entonces, Cayetana Álvarez de Toledo planteó una batalla cultural frente a la hegemonía moral del nacionalismo para revertir las asimetrías consentidas que habían tenido a los constitucionalistas intimidados y excluidos. Era cuestión de mostrar personalidad, recuperar la autoestima y quitarse de encima el sambenito franquista que el catalanismo le había colgado con total impunidad. Y, de paso, desenmascarar la raíz antidemocrática del nacionalismo. ¿Y qué hizo Pablo Casado? Coleguear con el nacionalismo en cuanto pisó los estudios de Cataluña Radio. O sea pedir perdón por las cargas policiales el 1 de Octubre y comprender els seus patiments.
Nada que ver con la irrupción de Isabel Díaz Ayuso en la campaña de Castilla y León: "Prefiero pactar con el partido de Ortega Lara que con quienes lo secuestraron". La forma más sencilla pero elocuente de dar la batalla cultural al sanchismo y sus colegas. Su desparpajo no sólo pone negro sobre blanco la diferencia abismal entre los herederos de ETA, cuyos crímenes han sido calificados por la UE como de lesa humanidad, y los votantes de un partido tan constitucional como el resto.
Pedro Sánchez ha ganado la partida de la polarización. Ya no hay marcha atrás. Lo ha dejado claro cuando ha invitado a Pablo Casado a que rompa todos los pactos que tiene con Vox si quiere llegar a un acuerdo con él. ¿Haría él lo mismo? (pregunta estúpida). No, porque el objetivo no es abrir la posibilidad de un pacto PP-PSOE, sino recordar a la opinión pública que el PP está prostituido por lo peor de la ultraderecha europea.
Metido en ese callejón sin salida, obviar que Vox ha llegado para quedarse y que él nunca podrá formar Gobierno en España es de monaguillos. En lugar de justificarse ante la posibilidad, mejor le valdrá sacudirse de encima el chantaje democrático con que el sanchismo y sus colegas le tienen maniatado y hacer pedagogía social de las reglas de la democracia. Porque el fondo de este chantaje va de democracia. No puede ser que los enemigos de la Constitución dicten lo que es y no es democrático, y el sanchismo pretenda dictaminar quién pasa la ITV de lo políticamente correcto, y con quién puedes pactar o no. El atrevimiento es propio de un déspota, alguien que secuestra la democracia en su defensa para impedir a los demás ejercerla.
Pablo Casado ha de poner líneas rojas al nacionalismo identitario de Vox, no ha de transigir con su vuelta al Concilio de Trento en cuestiones morales y derechos civiles, pero ha de aprender con José Hierro que, "si no vives como piensas, acabarás pensando como vives".
PD: Aunque, en vista de los navajazos a Isabel Díaz Ayuso, Pablo Casado debería ser menos arrogante con los que tienen luz propia en su partido y aplicarse con contundencia contra los déspotas dentro y fuera de él. Pero para eso hay que ser valiente, tener principios y no jugar sucio a través de teodoros engominados.
