Decía un veterano y muy querido profesor de mis tiempos que los estudiantes no deben aspirar a tener en su cabeza un almacenamiento de conocimientos, sino una estantería donde colocar lo que se vaya aprendiendo. Sin estantería hay desorden, y sin referencias ni memorización caos e ignorancia.
Hemos pasado por una época de rechazo de la memorización en los estudios medios y universitarios, no digamos en los infantiles. El desprecio del almacenamiento de conocimientos en el que tanto interviene la memoria, por supuesto con estantería, ha conducido sencillamente a la simplificación y al analfabetismo.
Claro que no se trata de "estudiar de memoria", pero tampoco de ignorar los beneficios que reporta ejercitar esta facultad, complemento y apoyo de otras facetas de la inteligencia. Ni la lista memorística de los Reyes Godos, ni la ignorancia absoluta de la historia de España.
El veneno en dosis minúsculas puede en algunos casos inmunizar, como en el caso de algunos sueros anti mordedura de serpiente; en dosis medias ya suele ser dañino o mortífero, en dosis grandes demoledor, aunque se suministre en varias dosis.
En varias dosis se trata de inocularnos la disminución de contenidos prevista en la llamada "Reforma de la Educación", especialmente en lo referente a la supresión de contenidos supuestamente memorísticos, como de manera muy especial, pero no única, los de Historia y Ciencias Naturales.
Empecemos por estos últimos: ¿recuerdan aquello de "afanípteros, dípteros, lepidópteros, coleópteros, himenópteros", y otros tantos calificativos propios de la clasificación de los insectos?
Hoy los conocimientos sistemáticos sobre la clasificación de animales y plantas están profundamente devaluados en los planes de enseñanza y sustituidos por otros como biodiversidad, sostenibilidad o "ecofeminismo". Para los dos primeros, está más o menos claro a qué áreas de las Ciencias Naturales se refieren, aunque sostenibilidad derive de una traducción incorrecta. Sobre el ecofeminismo ya pediré explicaciones en otro momento a quienes lo hayan inventado. De momento prefiero referirme a las disciplinas de historia, con especial referencia a las de España y del Arte.
El ataque a la Historia de España que suponen los novísimos proyectos pedagógicos de los ultras del progresismo se ha perpetrado a dos niveles; el primero se basaba en la ignorancia sobre las fechas, hay que dejar la historia desprovista de datos memorísticos pretendiendo simplificar la dificultad de sus contenidos.
Al suelo derrumbados quedan los pilares verticales de la estantería mental de mi profesor. Historia sin fechas supone amontonar, apilar en el caos, mezclar árabes con fenicios, visigodos, romanos, cristianos, cartagineses, vetones, suevos, vándalos, alanos, celtas, vascos… Resultado final: la ignorancia.
Pero la segunda dosis de veneno llama la atención por la intolerable osadía de los supuestos pedagogos: ahora se trata de ignorar la Historia de España hasta pasada la Guerra de la Independencia. Aquí no ha habido más Guerra que la Civil, con perdón de las Carlistas, y la Civil filtrada por la llamada Ley de Memoria Histórica. Para esto sí se acuerdan los progres de que la memoria existe, aunque sea para tergiversarla.
Queda, por tanto, suprimido del estudio nada menos que nuestro Siglo de Oro. ¿Para cuándo nos preparan una nueva Ley, esta sobre el olvido histórico obligatorio?
Imaginemos una visita escolar al Museo del Prado. ¿Cómo explicar a los adolescentes el significado histórico de los personajes, de las circunstancias históricas, religiosas e incluso artísticas de lo representado en sus lienzos? ¿Qué interpretarán y qué entenderán los pobres alumnos "modelados" por la progresía de la ignorancia? ¿Qué explicarán los profesores?
Tenemos una solución ingeniosa, aunque tan falsa como la que se pretende insuflar en los conocimientos de los jóvenes. Nos basamos en una corriente interpretativa sobre las realidades artísticas que se basa en rechazar lo que llaman "arqueología" de la puesta en escena de las obras para sustituirla por el traslado de los hechos a la actualidad.
Los amantes del teatro clásico y los de la ópera y la zarzuela en particular estamos llenos de cicatrices de tanto aguantar los zarpazos de los supuestos genios de la realización escénica. Veamos el traslado de las mismas teorías a nuestra "visita al Prado en el inmediato futuro"
Les diremos a los adolescentes que no conocen y por tanto no pueden comprender nuestro Siglo de Oro, que lo reflejado en los lienzos no son sino graffitis de la época, y que sus autores eran los correspondientes graffiteros. Trasladada la realidad histórica a la época actual, incluso escucharán nombres como Velázquez o Murillo, y avanzando un poco en el tiempo hasta al mismísimo Francisco de Goya, aunque por supuesto no los memoricen, no sea que los conocimientos aprendidos sean peligrosos para la mente y la socialización.
Al salir del Museo estarán dispuestos a admitir todo lo que se les cuente, incluso lo del "ecofeminismo".
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales