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El descanso de los votantes

Atravesamos días felices al imaginar a los políticos en sus lujosas vacaciones, lejos de su afán por meter sus zarpas en todo lo que no es suyo.

Atravesamos días felices al imaginar a los políticos en sus lujosas vacaciones, lejos de su afán por meter sus zarpas en todo lo que no es suyo.
Pedro Sánchez, abandonando el hemiciclo. | EFE

No entiendo a esas personas que se quejan de que los políticos se tomen vacaciones. Yo estaría feliz si lo hicieran durante todo el año. Se respira un ambiente mucho más puro en las calles y en los telediarios sabiendo que el Gobierno está en la playa, sin decretos ley al alcance de las manos. Ahora tan solo nos acordamos de ellos cuando vamos a comprar el pan, que ya el primero mordisco te recuerda la omnipresencia estatal, ese monstruo comunista que nos acosa, que ha decidido que la guerra contra la sal es otro modo de ejercitar su pasión por el sometimiento de la masa.

"El Gobierno", decía Reagan, "existe para protegernos de los demás. Donde el Gobierno ha ido más allá de sus límites es en decidir protegernos de nosotros mismos". Por eso atravesamos días felices al imaginarlos en sus lujosas vacaciones, lejos de su afán por meter sus zarpas en todo lo que no es suyo. Sánchez haciendo graciosos bucles en el Falcon y lanzando peinetas sobre toda España, Iceta cerrando hasta el último karaoke de Barcelona, Margarita Robles jugando al Risk en familia, y Alberto Garzón disfrutando de un sabroso chuletón de espinacas y pétalos de rosa.

Lo que más enfurece a ciertos comentaristas es que la ministra de Trabajo haya vaciado su agenda durante toda la semana. Y yo no encuentro un motivo mejor para dar gracias al Cristo de la Buena Muerte y a Nuestra Señora de la Esperanza Macarena Coronada. Que Yolanda Díaz no toque nada es lo mejor que le puede pasar a la economía española. Además, hay un montón de cosas que se pueden hacer en Baiona, donde gusta de presumir, como comprar un terreno, montar una comuna, e invitar a kalimotxo a todos los compañeros y compañeras del gabinete; aunque imagino que ella estará más cómoda disfrutando del delicioso marisco de la tierra en un restaurante de vanguardia, y regándolo con una de esas botellas que usted ya sabe, de las que están fuera de carta, de las que hacen que a los pobres se les pongan los ojos como bocas del metro.

Son varios los ministros que han decidido darse una escapadita primaveral, siempre lejos de la tradición y el fervor del pueblo, que la Semana Santa les recuerda que queda algo genuinamente español que todavía no han conseguido arruinar. Por lo demás, con permiso de Chesterton, el periodismo ahora consiste en contar que Joan Subirats se ha ido de vacaciones a gente que no sabía que Joan Subirats tenía trabajo. De Nadia Calviño no sabemos nada, aunque mi tesis es que ha quedado sepultada bajo las cifras del IPC. No hay datos tampoco sobre la ubicación de Irene Montero, por más que le he preguntado a Siri, pero es probable que haya vuelto a apostar por la playa y el extranjero, que es el único modo en que la mayoría de los ministros de Sánchez pueden darse un chapuzón sin que los españoles les cuenten el drama de llegar a fin de mes, que, ya sabes, jotía, es un horror escuchar a la gente de abajo lamentarse como si los de la casta política no tuviéramos problemas, jotía, y yo ahí con el bikini de rayas en la orilla, jotía, y con todo el escudo social expuesto, y nada, que los bañistas ya no respetan a las autoridades.

Sin duda, la mejor prueba de que es mejor que estén de vacaciones la encontramos en Alberto Garzón, que después de tres días sin decir ninguna tontería ha sentido una necesidad irrefrenable de reaparecer en Twitter –Musk, actúa-, en este día que es Jueves Santo para toda España menos para él, que dice que es 14 de abril, y asegurar que es una jornada para festejar la modernización de España; que no sé si se refiere a lo de incendiar iglesias, a las modernísimas checas, o a la manipulación electoral, una manera como otra cualquiera de modernizar la democracia.

Sánchez, por su parte, amenaza con regresar a nuestras pantallas el Lunes de Pascua, como si fuera el pollito que aguarda agazapado dentro del huevo de chocolate, y la encargada de sacarlo del escondite será Susanna Griso; se prevé indigestión de trolas y almíbar. Pero disfrutemos, mientras, nuestra feliz Semana de Pasión, esas benditas vacaciones del gabinete socialcomunista, con la esperanza de que cuando terminen ya nos faltará un Calvario menos que atravesar para verlos a todos empujando puertas giratorias como si no hubiera mañana. Yo apoyo con firmeza que se coloquen, ya sea con las setas de Dragó o con la bonhomía de los capos del IBEX, pero que se coloquen cuanto antes, que se coloquen mucho, en un viaje lisérgico y sideral a un lugar remoto, a donde sea, con tal de que no tengan acceso a las cuentas públicas, ni a seguir convirtiendo el BOE en un esperpento valleinclanesco, ni a hacer de cada Consejo de Ministros una pesadilla lovecraftiana.

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