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Pablo Planas

España y "Euskadi"

Cuando este martes comparezca en el Congreso para el debate del estado de la Nación no lo hará para hablar de Euskadi, sino del estado de España.

Pedro Sánchez en Ermua | EFE

Lo peor no es que Pedro Sánchez crea que "Euskadi" y España son países diferentes, sino que crea que España, la Nación, es un país como el País Vasco, que no es ni más ni menos que una región de España, como el País Valenciano, Extremadura, Galicia o Cataluña. Hay una larga tradición socialista en materia de manipulación y propaganda contra España. Zapatero dijo que "el concepto de nación era discutible y discutido" y el simpático Miquel Iceta llegó a declarar que "en España hay ocho naciones; las he contado".

Cabe inferir, pues, que España sería para los antedichos algo así como una macedonia de culturas, lenguas y costumbres y que es una lástima que el nombre de Macedonia ya esté pillado. Hay mucha gente honrada en el PSOE que defiende ideas parecidas. Se llaman "federalistas", pero no pintan nada porque su partido jamás se ha presentado en unas elecciones diciendo que el País Vasco o Cataluña son naciones que forman parte de un Estado, que no una nación, que se llama Reino de España o más propiamente España. Ni siquiera en los comicios autonómicos de tales regiones se ha atrevido a renegar de España. Pero tanto en el poder como en la oposición actúan como si así fuera.

El principal problema no es que Sánchez sea capaz de vender a su padre y su madre (o sea, a la patria y a la madre patria o "matria" yolandista), para pagar su estancia en Moncloa a quienes alentaron y justificaron el asesinato de Miguel Ángel Blanco, sino que introduzca con sus palabras el discurso de los asesinos y sus acólitos, basado en que había una guerra por la democracia entre el conjunto del País Vasco y (el resto de) España.

"Si hoy Euskadi y España son países libres y en paz es gracias a todos y todas los que apostaron por la unidad", fue lo que dijo el presidente del Gobierno en el homenaje a Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP en Ermua asesinado por ETA. Cuando eso ocurrió, Sánchez tenía 25 años, edad suficiente para saber que los terroristas mataban a militantes y dirigentes de su formación por la E de Español del PSOE, no por la E de Partido Socialista de Euskadi.

El País Vasco es precioso. Muy bonito. Pero no es una nación. Es un país con su paisaje y su paisanos, muchos de los cuales son héroes que surcaron los mares y colonizaron medio mundo como españoles. Eso es algo que debería saber Sánchez porque se daba hasta en los estertores de la EGB. Cuando este martes comparezca en el Congreso de los Diputados para el debate del estado de la Nación no lo hará para hablar de Euskadi ni de las ocho naciones del ministro de coros y danzas, sino del estado de España.

Pero es más que probable que Sánchez tampoco sepa eso y se crea, en realidad, que de lo que hablará es de cómo está él, qué tal lo lleva y cómo lo ve. Es más, allá donde el común lee "estado de la Nación" seguro que él lee "Estado de la nación" y como "l'État, c'est moi", pues nuestro rey Sol nos contará lo mucho que ha hecho por nosotros desde la pandemia y nos anunciará alguna rebajilla en algún impuesto que será financiada por nuestros propios impuestos.

El último, además de apagar la luz, deberá encargarse de preservar nuestra historia. Miguel Ángel Blanco no era ningún soldado enemigo en una guerra de resistencia entre el pueblo entero del País Vasco, Euskadi, Euskal-Herria y España, sino un joven concejal de pueblo del PP, hijo de inmigrantes y a quien los etarras asesinaron porque se querían vengar de la liberación del funcionario de prisiones Ortega Lara.

Es sabido que Sánchez ha pactado construir la historia oficial con quienes patrocinaron a los asesinos de Miguel Ángel Blanco y casi mil personas más. Pero algo no cuadra. Sánchez podría prescindir del apoyo de Bildu y también del de ERC. El PP de Feijóo está por la labor de salvarle los muebles en lo que sea menester, de la OTAN al Sáhara, la masacre de Melilla o la renovación del Poder Judicial. No necesita humillar a las víctimas de ETA. Y mucho menos humillarse a sí mismo. Salvo que verdaderamente crea que "si hoy Euskadi y España son países libres y en paz es gracias a todos y todas los que apostaron por la unidad".

¿Y todes qué?

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