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José García Domínguez

Psicoanálisis de Anna Gabriel

La Gabriel, al contrario que el Gabriel, posee genuina fe en la independencia nacional del País Petit.

La Gabriel, al contrario que el Gabriel, posee genuina fe en la independencia nacional del País Petit.
La 'cupaire' Anna Gabriel, en el parlamento catalán | EFE

Primer pasito previo al inminente retorno de Puigdemont el próximo 11 de septiembre en triunfal loor de multitudes extasiadas ante la resurrección del mesías, la también prófuga Anna Gabriel acaba de entregarse en el Tribunal Supremo de Madrit. La Anna, personaje menor en la gran comedia del procés, si bien en extremo vistoso por mor de la añeja estética chiruquera y el torpe aliño indumentario que gastan en el CUP (siempre en las antípodas del atento gusto por la moda juvenil que distingue a las chicas mesetarias de Podemos), encarna en su persona la antítesis moral de Rufián, Y es que, tratándose ambos de charnegos convictos y confesos, un infinito universo ético separa a la una del otro.

Así, Rufián remite al paradigma del pícaro español de toda la vida, el clásico chaval espabilado que viene de abajo y que anda dispuesto a lo que sea con tal de dejar atrás sus orígenes en el barrio. Hoy está en la Esquerra y se dice independentista, pero igual podría danzar por ahí dando vivas a la momia de Franco si la rentabilidad del negocio lo justificara. El Noi de Santako es un cínico absoluto que no se cree ni una sílaba del papel que le toca representar en público. Ni una sola sílaba. Nada, absolutamente nada que ver con la Anna. Porque la Gabriel, al contrario que el Gabriel, posee genuina fe en la independencia nacional del País Petit.

Una fe pura, rendida e incondicional que hace dos siglos la podría haber conducido a rezar en un convento de clausura, y que ahora la ha llevado a gandulear durante una temporada en Suiza. La Gabriel, por lo demás, reproduce a la perfección el prototipo del complejo perfil psicoanalítico del charnego independentista. Ese que los empuja siempre a aparecer como los más radicales de los radicales ante el angustioso, íntimo y secreto temor de no ser catalanes cien por cien puros, ante el miedo inconsciente a que su propio yo les contamine con un déficit fatal de catalanidad. Ahora volverá a salir por la tele. Que vigile, pues, el sobaco.

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