
Con toda seguridad el Gobierno procederá a conceder el indulto al compañero Griñán tras esperar a que se consume el rutinario trámite de la apelación del convicto ante el Constitucional. Una seguridad absoluta que se desprende de la rápida puesta en marcha por tierra, mar y aire de esa campaña de comunicación del PSOE, la que tiene por objeto exonerar a los condenados por el hurto multimillonario en el asunto de los ERE. Así, ya se está transmitiendo a la opinión pública, en especial a la de izquierda, el argumento exculpatorio de que la inocultable verdad fáctica, el haber levantado ilegalmente tanto dinero público durante tantos años y con tanta impunidad, se debe contraponer a una verdad superior, la moral.
¿Y en qué consistiría esa suprema verdad moral? Bueno, básicamente en que Pepe Griñán era un seudónimo tras el que se escondía Robin Hood. Y, como es sabido, Hood no desvalijaba para sí mismo, sino que distribuía entre los prójimos los frutos de sus asaltos. Ergo, Pepe Hood o Robin Griñán, como se prefiera, en ningún caso debieran cargar con pena alguna por lo muy altruista y desinteresado de su actividad delictiva. A tales efectos, podemos hablar ya de la "doctrina Griñán" en tanto que novedad doctrinal en la defensa militante de ciertas variantes redistributivas de las cleptocracias populistas.
Una doctrina, esa tan polivalente, que igual le podrá servir al Ejecutivo para también librar de la persecución de la Justicia a los sediciosos catalanes, los que prevaricaron a calzón quitado para financiar la independencia del País Petit con cargo a los impuestos de todos los españoles. A fin de cuentas, Puigdemont tampoco se quedó la pasta en el bolsillo de su pantalón. Mas siéntase tranquilo el Gobierno, pues el leal jefe de la leal oposición ya le ha hecho llegar su intención firme y solemne de no hacer ruido con ese pecadillo administrativo menor, el de los casi setecientos millones de euros esfumados con nocturnidad y alevosía, amén de algún que otro jolgorio puteril amenizado con sus preceptivas rayas de cocaína, de la Hacienda andaluza. Empezamos bien.
