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Ser del Sevilla estos días

No puedes pasear tranquilo viendo a tu equipo hundido y al enemigo en lo más alto. No en Sevilla, donde el fútbol es otra cosa.

No puedes pasear tranquilo viendo a tu equipo hundido y al enemigo en lo más alto. No en Sevilla, donde el fútbol es otra cosa.
Los jugadores del Sevilla se lamentan tras la derrota contra el Almería. | EFE

Esta última semana salir en Sevilla a la calle, si eres sevillista, no es aconsejable. Ir al bar y encontrarte con tu amigo, bético, no es buena idea. Las idas y venidas de las pasiones más exacerbadas, y en el fútbol esto toca siempre los extremos, son una parte fundamental del buen hincha. Y esta semana, en la ciudad hispalense, ser del Betis está mejor visto, es más saludable. Un equipo tiene nueve puntos y lo ha ganado todo, el otro uno y no ha ganado nada.

No está bien el equipo de Lopetegui y la culpa se reparte entre varias cabezas. Tiene la suya el técnico que no da con la tecla en estas tres jornadas, un bochorno para un equipo como el blanqullo. Con un empate mísero ante el Valladolid en casa y con dos derrotas crueles, jugando mal, una en Pamplona y otra, este sábado pasado, en Almería. Dos golpes en el estómago del buen sevillista.

Tiene culpa Monchi, el adorado director deportivo, al que parece que todo se le perdona en Nervión. Pero no escapa de las penas que le pasan al equipo. Él, como máximo responsable en la tarea deportiva, no puede dejar marchar a los estandartes de la defensa. Al menos, tiene que aparentar que no fue tan fácil que Koundé y Diego Carlos abandonaran el barco. Tiene que parecer que fue un accidente pero todo pareció premeditado para, en buena lid, coger el dinero. Lo que sucede es que, tras tanto tiempo cogiendo la pasta, acabas debilitando tu poder futbolístico si no te refuerzas igual.

Tiene la culpa Monchi y, quizá indirectamente Lopetegui, por continuar con un proyecto que pareció acabado el año pasado. Tras dos temporadas en Champions no dio muestras el Sevilla de poder aspirar a más. Y tanto Monchi como Julen lo sabían. Innecesario alargar el sufrimiento y el malestar si las dos partes no están de acuerdo con el de enfrente. Si son una pareja con roces. Y esto es nefasto para el club. Y es malo para el equipo que, por contentar a un entrenador, le traigas a un jugador en la recta final de su carrera sólo porque con él ha hecho las mejores campañas. El asunto es que, quizá, Isco cuando sea titular o esté en plena forma no vea a su valedor como técnico.

Incluso coqueteó Monchi con dos nombres de entrenadores estando Lopetegui todavía en el puesto y de eso Julen, que no es tonto y es un hombre de fútbol, se enteró. Valverde y Diego Martínez pasearon por Sevilla en forma de sombra torturadora contra el técnico vasco. Ninguno salió pero se supo que el Sevilla quería a otro. Monchi tonteó con otros teniendo a Julen al lado. Y eso es una falta de lealtad.

Y ahora va el Betis y resulta que gana los tres partidos consecutivos. Eso a orillas del Guadalquivir en un tormento para los biris. Es una agonía de la que no quieren oír ni hablar. En una ciudad en la que se han celebrado descensos del rival más que puntos conseguidos por uno mismo. En un estadio donde en 2000 el Oviedo goleó porque, con un Sevilla descendido, ese resultado llevaba al Betis al pozo. En una ciudad donde se han tomado decisiones importantes viendo cómo iba el rival. En esta ciudad encantadora uno no puede pasear a ocho puntos del rival. No en Sevilla donde el fútbol es otra cosa.

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