
La lucha contra la inmensa estafa del alarmismo climático, el peor ataque contra la propiedad y, por ende, la libertad, que sufre el mundo desde la caída del Muro, me recuerda la clandestinidad antifranquista: una vez elegido el enemigo, cada día traía aliados nuevos, conocías gente de la que nunca oíste hablar y te sentías más animado, al verte más acompañado. En los últimos dos años, desde la elevación a dogma las mamarrachadas colectivistas de la Agenda 2030, hay una verdadera rebelión cada vez más generalizada contra este nuevo despotismo y cada día trae libros nuevos.
Así, al hilo de Las doce mentiras del IPCC. La religión ecologista/2, de Gerandeau, leo una formidable reseña de Alain Mathieu en la web del IREF, en su origen centro de estudios fiscales, que desconocía y que reseña en la red las novedades de esa inmensa fábrica de pensamiento llamada Francia que, al perder el estudio de su lengua en el bachillerato, se va desvaneciendo del horizonte intelectual español, en favor de la inmensa oferta en inglés. Además de resumir los doce puntos de Gerondeau, Alain Mathieu añade otros y subraya la importancia del libro Setteled? (2021) de Steven Koonin, exsecretario de Energía y asesor climático de Obama, en el que niega que pueda existir un "consenso científico" sobre el clima, por la poca fiabilidad de los modelos predictivos, su especialidad. Y dice que, en 2100, la influencia humana en la atmósfera será prácticamente nula.
Doce mentiras criminales sobre el clima
- Cuatro millones de niños y mujeres mueren cada año, según la OMS, por falta de acceso a energías limpias para sus hogares. Esa falta de higiene es la primera causa de mortalidad infantil en el mundo, cientos de miles en la India. Según Norendra Mori, su primer ministro, más de 500 millones de hindúes no tienen acceso al agua potable, la electricidad y el petróleo. India (1.400 millones) y China (1.600 millones) no firman acuerdos climáticos, pero Xi Jinping es el padrino de Davos y la Agenda 2030 para Occidente.
- La esperanza de vida está directamente relacionada con el consumo de energía. India y China –un tercio de los habitantes del planeta– se negaron a firmar en Glasgow 21 la renuncia a las energías fósiles: gas, petróleo y, especialmente, carbón. El 88% de la energía en China es de origen fósil. Para aumentar la esperanza de vida humana es necesaria energía barata.
- Los países en desarrollo, con China y la India a la cabeza, seguirán aumentando su consumo energético en las próximas décadas, al menos un 30%. La UE no llega al 10% de la emisión de CO2 en el mundo. Lo que haga no tiene ninguna incidencia mundial si el CO2 fuera letal. Y no lo es.
- Las energías "renovables", en rigor, dependientes de la fósil y la nuclear, son intermitentes y no pueden almacenarse. No aportan más que el 2% del total y las mejoras tecnológicas nunca les harán llegar al 5% en 2050. Son un derroche, una estafa política, científica e intelectual que pagamos todos. Es mentira lo que dice el IPPC de la ONU (como explicamos en el artículo anterior) sobre la posibilidad de que en 2050 puedan producir el 80% de la energía mundial. Las grandes reservas de energías fósiles –carbón, petróleo y gas– son las más baratas y tienen aseguradas varias décadas de duración.
- Desde que el Club de Roma predijo en 1972 que el petróleo se acabaría en el año 2000 –y que el planeta no resistiría mil millones de habitantes– las reservas siguen aumentando: 50 años de petróleo y 130 de carbón. Y cabe mejorar la tecnología para disminuir la contaminación. Macron prohíbe la publicación de las reservas de energía en Francia para seguir su agenda "verde". Aumenta la nuclear "limpia" y cierra la "sucia". Pero el 50% de la energía alemana viene del carbón. Macron y Scholtz, farsantes simétricos.
- La subida del nivel del mar es de 3mm por año, 30 cm por siglo. Y no afecta a las costas rocosas. Las otras deben prohibir edificar cerca del mar, pero no dejan de aumentar las ganadas al mar, como en Bélgica y Holanda, y deltas gigantescos como el del Ganges. Hablar de "refugiados climáticos" es un invento mediático. Serán refugiados en paro huyendo del ecologismo.
- La subida real de la temperatura en la atmósfera es de 0,6º por siglo. En 2050, 1,3º superior a la de 1850, por debajo del 1,5 º del Acuerdo de París. Ni "urgencia climática", ni "efecto invernadero" producido por el hombre.
- La subida actual de la temperatura es muy inferior a las épocas inter-glaciares. La geología, la historia, la literatura hablan de esos cambios del clima a los que la especie se fue adaptando y los aprovechó en su beneficio.
- La producción de CO2 por los humanos es sólo el 1% del que hay en la atmósfera. Casi todo es absorbido por los océanos y la vegetación.
- Las subvenciones al ferrocarril, el transporte público y las "renovables" suponen el 40% de la deuda pública francesa y la subida del 60% del precio de la luz, que seguirá subiendo. La lucha contra el "calentamiento global" congela la actividad económica real y afecta especialmente a los pobres.
- No hay ninguna justificación científica del "impuesto al carbono".
- No sólo es mentira que el 97% de los científicos, como dijo Obama y repiten Macron o Sánchez, asuman el dogma del cambio climático. Ni el 3% de los que pueden entender los modelos matemáticos en que se basan. Y ya comentamos en el artículo anterior las mentiras del IPPC en 2001 y 2011, obra de Sven Tesk, activista de Greenpeace y empleado de un lobby que trinca subvenciones a energías fotovoltaicas. Estuvo protegido por sus jefes, fanáticos ecologistas que, como los comunistas, mienten "por una buena causa": impedir a cualquier precio la actividad de la única especie maldita, que es, claro está la única capaz de inventar y ser libre: el hombre.
Alain Mathieu, además de la referencia al "climatólogo" de Obama, insiste en subrayar otra mentira del IPPC: que la temperatura de los océanos no tendría influencia en el aumento del C02 en la atmósfera, cuando la tiene toda. Un caso recentísimo para comprobarlo es el de la erupción en 2021 del volcán submarino Tonga: la expulsión de vapor de agua a la atmósfera es tan enorme que aún no ha conseguido medirlo la NASA. Su efecto sería el aumento del calor en la atmósfera, donde el vapor de agua está unido al CO2, durante unos cinco años. Véase el artículo de Miguel del Pino en LD.
Y por supuesto, igual que los farsantes simétricos Macron y Scholtz, el infausto e infame Pedro Sánchez proporciona a diario con sus volteretas ideológicas y electorales un arsenal de argumentos contra esta calamidad que no tiene nada de natural. Viene de lejos y ha llegado demasiado lejos.
Sánchez quiere imponer el covid climático
El decreto Ley de Loquesea climático aprobado por Sánchez y sus secuaces terroristas, comunistas y separatistas, es exactamente lo contrario de lo que debe ser una Ley: no hay argumentación sobre su necesidad, no hay memoria económica sobre su coste, ni, por tanto, sobre los beneficios que traería a los españoles y, como no hay nada, nada que la justifique, se aprueba por decreto Ley, es decir, porque le pasa por los genitales al presi.
Con la inflación disparada, el precio de la energía fuera de control, del control que aseguró tener Sánchez y del que la espeluznante Ribera da cada día una versión distinta, pero no menos nefasta del anterior, España se encamina al invierno más dramático de las últimas décadas. Sólo el precio del pienso podría hundir la ganadería, pero, por si hay supervivientes, ahí está la Ley de Bienestar Animal (y Malestar Rural) para aniquilarlos.
Todas las ideas de Podemos las ha hecho suyas el PSOE, con tanta "vocación socialdemócrata" –fórmula de El País para blanquear a la banda comunista, socia de Escobar– como el M-19 de Petro. Sánchez se ha unido de hecho al Eje Bolivariano de los Castillo, Kirchner, AMLO, Maduro, Ortega y demás enemigos de España. Pero, a la larga, lo peor es su política energética, que, con la superchería del cambio climático, nos lleva a la ruina. Tan déspota en sus insultos –negacionistas, fachas, asesinos, corruptos (dicen los de los ERE)— como contradictorio en sus ocurrencias, Sánchez, anunció la bajada del precio de la luz y la ha triplicado; alivia los males del campo arruinando la ganadería; impide, con la complicidad del PP, la libertad de cotización de los autónomos; sube el salario mínimo al ritmo de las expectativas electorales de Yolanda Díaz, a la que deja al cuidado del látigo de Calviño, otra que miente más que el propio Sánchez.
Pero nada retrata mejor su epopeya trolera que el posado ante los restos de un incendio asegurando que era "producto del cambio climático". El 90% de los incendios son producto de la mano humana, pero ahora, a los pirómanos se han añadido los conservacionistas del monte bajo, que es yesca para el monte en los veranos de la península desde hace varios siglos. Otro de los incendios con que los medios, más sensacionalistas que nunca, han alimentado el alarmismo climático este verano ha sido el de Ateca, en Zaragoza. Lo provocó la máquina repobladora de un plan ecologista, y es, según los vecinos, el tercero debido a sus chispas sin control. Ni palabra.
El gas ha sido topado y destopado varias veces, y no deja de subir. Ribera, ignorante cuanto arrogante, pasó de decir que no cederían a la presión de Bruselas bajando el gas a decir que había que bajarlo de inmediato, y se saca de la manga corta de su cerebro unas medidas de control de la temperatura de los comercios que vulneran las libertades constitucionales, atracan la propiedad y arruinan al sector. Por supuesto, sin un estudio sobre cuánta energía se iba a ahorrar ni el coste de su ocurrencia. Sólo Vox y Ayuso, o Ayuso y Vox, se han opuesto a esta repetición del confinamiento del año 2020, con el virus climático sustituyendo al chino. ¡Como si quitar la luz de las calles no supusiera una ruina comercial y un riesgo para la seguridad! Sólo Madrid ha anunciado que recurrirá al TC. También en eso volvemos al 2020: sólo Ayuso se enfrenta a Sánchez.
España no tiene ningún problema con el clima o la temperatura de la atmósfera. Lo que tiene, en parte por culpa del alarmismo climático, es un problema económico provocado por Sánchez, que puede costarnos un millón de empleos. Hay que combatir todas las falacias sobre energía que la Izquierda impone para devolvernos a Atapuerca. Espero que estos artículos sirvan de argumentario para calentarnos intelectualmente este frío invierno.
