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Pero cuándo se darán cuenta

Hoy, plagados de intervención pública por doquier, oímos voces que pretenden remediar los fracasos de esa intervención reclamando más intervención.

Hoy, plagados de intervención pública por doquier, oímos voces que pretenden remediar los fracasos de esa intervención reclamando más intervención.
Yolanda Díaz. | Europa Press

Resulta difícilmente comprensible, a no ser por la validez universal del viejo aforismo de que el hombre es "el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra". Desde tiempos remotos que así viene ocurriendo. La verdad del aforismo reside en que la actuación humana dista mucho de aquel ser humano, dotado de razón –es decir racional– y libre para tomar cualquier decisión.

Ante al aforismo, parece obligado preguntase si la racionalidad humana es real o sólo imaginaria. Dicho de otro modo ¿estamos ante una racionalidad activa, utilizando experiencias contrastadas? Temo que la respuesta sea rotundamente negativa. De no ser así, no cabría la repetición permanente de errores, en los que el hombre incurre, mostrando el nulo efecto de las experiencias pasadas para su conducta futura.

Hoy, plagados de intervención pública por doquier, oímos voces que pretenden remediar los fracasos de la intervención, reclamando más intervención. Pero, ¿es que aún no se han enterado de que esa es la enfermedad/epidemia de la actuación pública?

En esto, los hay optimistas. Por ello, no sorprende oír a la vicepresidenta Díaz hablar del mercado energético como un mercado competitivo. ¿Quién le enseñó el concepto y requisitos de la competencia? Así –como buena comunista–, justifica intervenir el mercado de la energía, porque el mercado vive en un error.

En efecto; en la Unión Europea, somos algo más que 510 millones de habitantes, de los cuales, al menos 510 millones son ignorantes con decisiones permanentemente equivocadas. Afortunadamente cuentan con una ministra española que sabe todo: lo pasado, lo presente y lo futuro y, por ello, evitará aquellos errores, impidiendo decisiones equivocadas. Algo no conoce la Ministra: que sus decisiones y la de sus colegas siempre consiguen lo contrario de lo que dicen proponerse.

No contenta con lo intervenido, y sus funestos resultados, pretende ahora intervenir precios de los bienes de consumo básicos, que sería lo que nos faltaba. Esto que usted pretende está ya ensayado en los sistemas policiales represivos –países comunistas, o dictaduras de cualquier signo– y ni siquiera ellos, con amenazas y sanciones, consiguen eliminar el mercado, que subsiste secretamente.

¿O qué era aquello del estraperlo? Usted, por edad e ignorancia, lo desconoce, pero era, simplemente, el funcionamiento simultáneo de dos mercados: uno, el oficial, a precios determinados administrativamente, con carencias que sólo se resolvían mediante colas y que requerían cupones –cartillas de racionamiento en España– para acceder al producto, cuando lo había; el otro, el mercado real, que se desarrollaba secretamente entre compradores y vendedores, siendo el precio fijado por el mercado.

En el bloque soviético, se practicaron ambos mercados al mismo tiempo, así como el del cambio monetario. Sus amigos comunistas ¿nunca le han informado de estos extremos? En España, después de la Guerra Civil, ambos estaban presentes. ¡¡Pregúnteles a sus abuelos, que, salvo si son muy jóvenes, le contarán qué era aquello entre los años cuarenta y cincuenta del siglo XX!!

¡¡Y piensan que resuelven algo!!

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