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Cataluña ya es como Murcia

Murcia acaparó durante semanas la atención nacional cuando aquella moción de censura finalmente abortada. Ya quisiera Cataluña.

Murcia acaparó durante semanas la atención nacional cuando aquella moción de censura finalmente abortada. Ya quisiera Cataluña.
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. | Europa Press

Algún sociólogo que tuviera tiempo, ganas y paciencia debería investigar en serio lo que yo, que siempre he carecido de esos tres requisitos, he venido observando en primera persona durante el último medio siglo de la intrahistoria catalana, a saber: que los matrimonios mixtos resultan muchísimo menos frecuentes de lo que se quiere dar a entender desde el discurso oficial. No lo puedo demostrar con tablas estadísticas, cierto, pero la intuición me dice que Cataluña se transformó en una sociedad segregada de modo significativo a partir del último tercio del siglo XX. Y que hoy continúa siéndolo en lo fundamental.

Esa misma intuición igual me señala que la asimilación plena sí se produjo en el caso del primer flujo migratorio peninsular, el de los murcianos que se instalaron en Cataluña a finales del XIX y durante el primer tercio del XX, dando lugar a la irrupción en la escena demográfica local de los genuinos charnegos (los hijos de madre catalana procedente de las clases populares autóctonas y padre murciano o andaluz). El crónico desprecio, mezcla a partes iguales de racismo indigenista y clasismo de tenderos y dependientes de comercio, que la pequeña y pequeñísima burguesía catalana han manifestado siempre por Murcia viene de ahí.

Siguiendo con mi muy personal conjetura, los ocasionales García o Sánchez que uno se puede topar ahora en el partido de Puigdemont, por ejemplo, serían descendientes en exclusiva de aquella primera hornada, en ningún caso de la masiva que se produjo a principios de la década de los sesenta, cuyo enorme volumen cuantitativo convirtió en quimérica cualquier política posterior de aculturación. Creo que voy a poner en el título de esto que Cataluña ya es como Murcia. Pero Murcia acaparó durante semanas la atención nacional cuando aquella moción de censura finalmente abortada. Ya quisiera Cataluña, cuyo muy dramático divorcio entre los separatas no ha importado una higa a nadie de fuera de de la demarcación. Ni puñetero caso. Llevaban cien años temiendo parecerse en algo a su tan denostada Murcia, el paradigma de esa España a la que siempre han mirado por encima del hombro. Y ahora anhelan en la intimidad que se les considere tanto como a Murcia. Ah, la justicia poética.

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