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Zapatero, un "siniestro" de la Historia de España

Es posible hacer una historia de la España siniestra, malvada. En ella, la figura de Rodríguez Zapatero debe ocupar un lugar relevante.

Es posible hacer una historia de la España siniestra, malvada. En ella, la figura de Rodríguez Zapatero debe ocupar un lugar relevante.

Aunque "siniestra" hace referencia a la izquierda, a la mano izquierda, como "diestra" la hace a la derecha, lo siniestro ha devenido en el uso de la lengua española con el significado de lo maligno, lo dañino, lo funesto. Se diferencia de "felón", es mi criterio, en que la persona "siniestra" porta el mal con plena conciencia de causa. Vamos, que el mal es su causa mientras que el felón, aunque causa el mal, puede ser porque es lelo, corto con sifón o limitado. El "siniestro" sabe lo que es, lo que hace y lo que quiere obtener.

En un artículo anterior, me centré en los felones de nuestra España. Ha habido bastantes, pero siniestros… Son éstos gente astuta, oscura, de intenciones ocultas tras las maniobras y las palabras que no son fáciles de distinguir. En algunos de ellos, hay coincidencia. Por ejemplo, Alexander Orlov, agente stalinista, íntimo de Carrillo y La Pasionaria, venido a España a pastorear el dinero, saqueando el oro del Banco de España y las consignas soviéticas durante la guerra y que ejecutó los asesinatos de muchos disidentes y anarquistas. Andrés Nin fue su víctima más famosa, ocultando su crimen con pintadas callejeras y mensajes que acusaban al muerto de haber huido para unirse a los nazis. De Paracuellos y Málaga no hablamos.

Jaime Vicens Vives creía que un personaje siniestro de la Historia de España era el genérico cacique. Sí, pero qué ingenuo. También pueden ser siniestro en sí mismo un grupo de acontecimientos que dan origen a un suceso histórico. Por ejemplo, el proceso de instrucción de la causa contra José Antonio Primo de Rivera, otra vez presente por deseo del gobierno de Pedro Sánchez y su posterior juicio en Alicante. El instructor, Federico Enjuto, primo de Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jiménez, que le consideró indeseable, era muy amigo de Indalecio Prieto y el jurado "popular" que lo condenó a muerte estaba compuesto por socialistas, anarquistas y comunistas. Todo un ejemplo de imparcialidad e independencia judicial. Pero, ¿han oído ustedes a algún juez relevante de nuestra magistratura calificar a aquella trágica y siniestra pantomima judicial a la luz de una Justicia independiente como debe exigirse en una democracia liberal y apoya la Constitución? Ni mú. Antes de que lo vuelvan a exhumar, esta vez, y por fortuna, su familia, sería de agradecer. ¿O la memoria democrática nos obligará a olvidarlo?

O sea, que materia habría para una historia de "lo siniestro" en nuestra España. Pero lo ocurrido hace dos días en el acto de conmemoración de los 40 años de la victoria socialista de Felipe González y Alfonso Guerra , que estuvo allí, oigan, en 1982, ha consagrado como siniestro total a José Luis Rodríguez Zapatero.

Cabe destacar dos elementos en su exhibición de malignidad. Una, advertir a los españoles del problema del crecimiento del gasto en defensa en el momento en que hay una guerra en el Este de Europa provocada por la invasión de Ucrania por parte de su admirado Vladimir Putin, su "líder indiscutible para la paz", que nadie sabe cuándo y cómo va a terminar. Pero alertar sobre el gasto militar cuando Rusia y Marruecos acaban de firmar un acuerdo de cooperación nuclear para la producción de energías eléctrica (por ahora), es ya insoportable. Más aún cuando tiene lugar días después de que el reino alauita llamara "presidio español" en Marruecos a la ciudad de Melilla.

La otra es su referencia a la realidad de los regímenes comunistas en Iberoamérica, a los que justifica sistemáticamente y de los que cobra religiosamente por su actuación como "mediador" y "garante" de la limpieza de los procesos electorales. Ahora, en su intervención ante Felipe González, mientras éste se refería a la necesidad de la convivencia y el pacto, el siniestro de Valladolid justificó el comunismo dictatorial americano y lanzó un extraño mensaje sobre el narcotráfico, acerca del que recomienda tramitar una "nueva visión". Tiemblen.

Si a esto unimos el que logró ser presidente del gobierno tras manipular con todo descaro y bajeza un atentado terrorista del que culpó al gobierno de Aznar y no a sus autores; que comenzó la nueva división nacional con su Ley de Memoria Histórica y su revitalización de la Guerra Civil; que se cargó el Plan Hidrológico Nacional tan necesario; que acabó con la Ley de Educación hilvanada por José Ignacio Wert; que empezó su danza macabra con los asesinos de ETA, con Otegui de pareja, para humillación de las víctimas y, para abreviar sin agotar el tema, comenzó a usar el sexo como elemento del enfrentamiento político y resucitó la doctrina socialista de las varias Españas para dar rienda suelta y legalidad a las esperanzas separatistas, no me cabe duda de que "lo siniestro" forma parte de su identidad política.

No me cabe duda de que es posible hacer una historia de la España siniestra, malvada, deseosa de daño y tenebrosa. Tampoco me cabe duda alguna de que en esa historia la figura de Rodríguez Zapatero debe ocupar un lugar relevante. Lo merece de sobra.

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