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Atleti, no te escondas y llámalo fracaso

Simeone como líder y después los jugadores, han firmado una fase de grupos infame para un equipo de la talla del Atlético.

Simeone como líder y después los jugadores, han firmado una fase de grupos infame para un equipo de la talla del Atlético.
No te escondas Atleti y llámalo fracaso | EFE

Si hay una cosa que me han enseñado en mi casa es que, por encima de cualquier cosa, hay que ser valiente en las buenas, pero sobre todo en las malas. No esconderse, a fin de cuentas. No coger un escudo y parapetarse detrás de él. No salir corriendo. No poner una excusa por delante que no te permita asumir un fracaso. Sí, fracaso. Una palabra a la que muchos le tienen miedo y que no debe suponer una deshonra si, ojo, se reconoce primero y se corrige después.

El Atlético ha fracasado en Champions. De manera rotunda. Sin excusas. El conjunto rojiblanco tenía un grupo para clasificarse como primero del mismo. Incluso ser segundo de grupo me hubiese parecido un error garrafal. Brujas, Oporto y Bayer Leverkusen y ni siquiera ha llegado vivo al último partido. Fue un sorteo para celebrar la suerte colchonera porque estos tres equipos son claramente inferiores al Atlético de Madrid en plantilla, potencial, economía y estatus europeo, sin embargo, el niño no ha querido hacer los deberes, ha suspendido las primeras evaluaciones pensando que aprobaría al final y se ha llevado un suspenso monumental que colgar en la nevera. Suspenso, por tanto, más que merecido.

¿Quién es líder del Atlético? Simeone. Por lo tanto, el líder principal del fracaso es el entrenador argentino. Voy a repetirlo otra vez para que quede claro: el líder principal del fracaso es el entrenador argentino. Y detrás de Simeone, porque aquí no se debe librar nadie, van todos los demás. Capitanes primero y luego el resto de la plantilla. Todos. Voy más allá y subo las escaleras de la grada hasta el palco. Gil Marín y Andrea Berta también han fracasado. Repito, aquí no se debe salvar nadie de salir a la palestra y comerse todas y cada una de las críticas que se le puedan hacer por esta situación. Cuando fracasas y la culpa es tuya, toca poner el pecho. Por eso no coincido para nada con lo que suele decir en rueda de prensa Diego Pablo Simeone.

El Cholo ha cogido por costumbre hablar de falta de contundencia y también de tener poco que reprocharle a sus jugadores. Excusas. Ni una cosa ni la otra Simeone. La falta de contundencia del Atlético suele estar en el contexto de los últimos 45 minutos o al revés. Los rojiblancos suelen jugar una parte bien y en la otra las ven venir. Eso no es falta de contundencia, Simeone. Eso es jugar a medias. Y tampoco coincido en que no haya que reprocharle nada a los jugadores. Por supuesto que Simeone es el líder y debe asumir su culpa, pero tampoco se puede permitir la falta de intensidad del equipo durante los partidos. No se pueden jugar 45 minutos de 90. No se puede ir a Leverkusen a verlas venir. Con Joao Félix como titular, por cierto. Tampoco se puede ir a Brujas a verlas venir. Esa no es la exigencia de un equipo grande, Simeone. Por mucho que te empeñes y se empeñen los jugadores en escudarse en esa falta de contundencia o en la mala suerte, el principal problema del Atlético es la falta de crítica y exigencia. ¡Y de juego, por supuesto!

A nivel táctico, el Atlético es un equipo previsible. En cuanto falla un defensa, como ayer Savic, el Atlético se deshace. En el medio, me gusta la pareja Witsel-Kondogbia, pero aparte de eso y del metrónomo de Koke, no hay absolutamente nadie que cree juego más allá de Griezmann. Tocan por el medio, balón a la banda y centro. Recuperan, pelota para Griezmann y a ver si logra inventar algo. No hay absolutamente nada de creación. Los equipos conocen a Simeone, le esperan con las líneas juntas y a la contra se aprovechan de lo que les regalen los rojiblancos. Así todos los partidos y por eso el Metropolitano está más anestesiado de lo normal porque ve la misma película a mitad de semana y también el finde.

Hay que cambiar de rumbo. Hay que tomar decisiones. Aumentar la exigencia del líder, Simeone, de los hacedores, Gil Marín y Andrea Berta, y de los jugadores, desde Oblak hasta Cunha. Que la sensación de comodidad que está instalada en el Metropolitano desaparezca. Para todos. Marcarse unos objetivos ambiciosos y si a final de curso la cosa no sale bien, gracias por todo, pero toca cambiar. Sea Simeone en el banquillo, los jugadores en el campo, el preparador físico en la parcela que le toca o el director deportivo si deja la plantilla a medias y con parches. Sinceramente aún creo que este proyecto se puede encauzar, pero no con los estándares de calidad y exigencia que hay ahora mismo. Si eso se mantiene, el partido a partido se convertirá en el fracaso a fracaso y si el Atlético quiere ser grande de verdad y pelear por todo no se puede permitir algo así.

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