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Memorias de Antonio en África

"El balance de África es bueno, pero me pica todo. Le dije a Begoña que no abriera la ventanilla para hacerse selfies con los negritos para TikTok".

"El balance de África es bueno, pero me pica todo. Le dije a Begoña que no abriera la ventanilla para hacerse selfies con los negritos para TikTok".
Nairobi (Kenya), 26/10/2022.- Prime Minister of Spain Pedro Sanchez (C), addresses the media during a joint press conference with his Kenyan counterpart President William Ruto (not pictured), after holding bilateral talks at Statehouse in Nairobi, Kenya, 26 October 2022. Sanchez is on a two-day state visit to Kenya making him the first Head of State to meet President Ruto since he was sworn in, before heading to South Africa as part of his Africa tour. (Kenia, Sudáfrica, España) EFE/EPA/Daniel Irungu | EFE

Día 1.

¡La leche, cuánto negro! Estoy ya parece el centro de Barcelona. África es un lugar fascinante, pero es todo demasiado parecido, por eso me he liado entre Kenia y Senegal. A la hora de escribir esto, todavía no sé dónde demonios estoy. Que esa es otra, qué mareo con la resaca de las vacunas. Tengo el culo como un colador, mira que conservan enfermedades antiguas en esta tierra. Estoy por enviarles a Simón para que al menos las actualicen. ¡Qué dolor! Dos viajes más a África y me vuelvo antivacunas.

Eso sí, he estado a punto de coronarme nada más llegar. Los dos meses de clases particulares con Moratinos han surtido efecto. Nada más bajarme del avión, ante el primer micrófono que me han enchufado en la mandíbula, he salido yo a calzón quitado: "Nalingi contondo vino botondi mingui nanuende boyangui esnai malamo laboyei...". Un tipo pequeño, vestido de uniforme militar, me ha interrumpido zarandeándome: "¡Quillo! ¿Estás carajote o qué?". Un asesor me ha sacado de dudas: "Presidente, estamos aún de escala en Rota".

Mucho se ha hablado de mi reunión con William Ruto. Lo que nadie sabe es que después de la confusión de Kenia y Senegal, en la charla privada en su despacho, para relajar fricciones, lo he saludado con un homenaje a Trillo: "¿Qué pasa, Will? ¡Viva Honduras!", a lo que ha respondido con una mirada fija en silencio que me ha puesto muy nervioso. Que me han contado que aquí la tradición no es despedir a ministros, ni asesinarlos, sino encargárselos al chef para la cena.

Con todo, lo fuerte de este primer día ha sido el safari. Begoña se ha empeñado y hemos tenido que ir, por más que yo estoy harto de los animales desde que comparto consejo de ministros con comunistas. Sea como sea, al bajar un pequeño montículo en busca de un antílope, a un escolta mío le ha atacado una enorme serpiente, que ha empezado a enroscársele en el gaznate. Begoña ha echado a correr montada en una cebra y el escolta ha desenfundado el arma con intención de reventar a la pitón, pero he intervenido yo. Con un ágil movimiento de muñeca, he desenfundado el pliego de los presupuestos que reflejan los favores a Bildu, y se lo he puesto delante del morro al bicho. Al instante, ha soltado al escolta y ha comenzado a agasajarnos con una hermosísima danza del vientre de bienvenida. Hay que tener amigos hasta en el infierno.

De noche no he pegado ojo pensando en el debate de los presupuestos. Ja, ja, ja, es coña.

Día 2.

Sudáfrica es un lugar maravilloso. Los guías locales nos han advertido de que hay dos peligros extremos en este país, los tiburones, que han matado a cuarenta personas en los últimos 25 años tras confundirlos con focas, y los políticos locales. No he podido evitar responderle: "¿Pero tú sabes con quién estás hablando?".

Del compañero socialista Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, los míos me pasaron un informe que decía que dedica sus horas de solaz a una granja; supongo que será el mismo rollo que el fascista González con los bonsáis. Como sea, nada más llegar, he intentado quedar bien preguntándole cómo van los terneros y las gallinas. Su rostro se ha tornado azulado y sus ojos se han inyectado en sangre. Lo primero que he pensado es que Ramaphosa está más loco que el Twitter de Iker Casillas. Peor aún. Desconocía que, tras prometer acabar con la corrupción en su investidura, al tipo le encontraron en la granjita varios millones, siendo acusado de secuestro, soborno, lavado de dinero y ocultación de delito. Lo bueno de tener mundo es que te permite salir de cualquier atolladero, ha sido mencionar los ERE de Andalucía y Ramaphosa ha cambiado la mirada de odio por un ataque de risa tan grande que casi se ahoga. "Tú sí que sabes, bribón", me ha dicho, llorando de risa.

Tanto se ha entusiasmado conmigo que más tarde me ha invitado a Botsuana a pasar unas horas muertas pegando tiros, momento que yo he aprovechado para depositar un ramo de flores en el bache en el que se partió la crisma Don Juan Carlos, y más tarde he rezado un responso en donde murió abatido el elefante. Ya sabes, los socialistas condenamos la violencia venga de donde venga.

A la hora del regreso he tenido que hacer unas declaraciones y, como quedaba feo decir "he venido porque Begoña me lo ordenó", he intentado improvisar: ya sabes, lazos de cooperación, relaciones comerciales, ayúdame a ganar las elecciones y cosas así. Como los he visto tan propicios, no he querido despedirme sin proponer el suculento negocio de instalarles energías renovables por todo el continente. Aglutinando un 33% de la pobreza del mundo y con un cuarto de la población sufriendo desnutrición, estoy convencido de que los africanos acogerán con entusiasmo mi propuesta de salvar juntos el planeta.

De vuelta a Madrid, el balance de África es bueno, pero me pica todo. Le dije a Begoña que no abriera la ventanilla para hacerse selfies con los negritos para TikTok.

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