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Feijóo, los coches y el desastre del PP

Es normal que a Feijóo le cueste entender la importancia que cualquier cosa puede tener en Madrid, donde encima él es la oposición.

Es normal que a Feijóo le cueste entender la importancia que cualquier cosa puede tener en Madrid, donde encima él es la oposición.
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. | EFE

Entiendo que Feijóo no se ha dado cuenta de la burrada descomunal que ha dicho este martes sobre los coches, es más: creo que lo más probable es que en realidad el presidente del PP no quisiera decir lo que ha dicho, porque en ninguna cabeza medianamente bien amueblada –y la de Feijóo es más que eso– cabe que haya que eliminar de las carreteras "de forma inmediata" la gran mayoría de los coches que conducimos los españoles.

Porque, obviamente, por muy bien que quede sobre el papel reciclado del ecologismo descerebrado que nos ha tocado sufrir, eliminar millones y millones de coches de la noche a la mañana –"de forma inmediata", insisto– no sólo es imposible, sino que puede provocar un cabreo descomunal de la mayor parte de los votantes del PP que conducen coches de más de diez años que, por supuesto, no mantienen por capricho, sino porque no pueden cambiarlos.

Sin entrar en el fondo de la cuestión y en la incapacidad de los populares de apartarse de los discursos impuestos por la izquierda, la cosa nos abre dos perspectivas diferentes que conviene analizar: por un lado, es obvio que el presidente del PP no ha analizado lo suficiente el papel que le han pasado para leer en un acto público que, aun siendo menor, podía tener, está teniendo, un impacto notable en los medios. Aquí creo que enfrentamos un problema de falta de costumbre: tras varias plácidas mayorías absolutas en Galicia, donde no tenía oposición, es normal que a Feijóo le cueste entender la importancia que cualquier cosa puede tener en Madrid, donde encima él es la oposición. Aun así, alguien debería haberle hecho ver esta nada sutil diferencia.

Y eso nos lleva a la segunda parte de la cosa, que en mi opinión es mucho más grave porque tiene peor solución: ¿cómo es posible que nadie en el PP se diese cuenta de que eso que estaba incluido en el discurso de su presidente era una barbaridad? ¿Cómo puede ser que nadie haya echado el freno, que no saltase ni una alarma, que nadie levantase la voz y dijese: "¡Cuidado que es esto es una burrada!"?

Es insólito que un partido del tamaño del PP, con las posibilidades económicas que tienen los populares y con los inmensos equipos que pueblan Génova 13 carezca de la mínima agudeza necesaria para ver algo tan evidente. Señores, que no hay que ser un genio.

Cada día da más la sensación de que el nuevo PP tiene un problema muy similar al que tenía el viejo PP: creen que vale con esperar a que el Gobierno les caiga como fruta madura y, con esa actitud indolente y esa falta de calidad, lo que les puede caer es una desagradable sorpresa electoral.

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