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Pedro en las cumbres

Antes estos truquitos se podían hacer con menos peligro. Ahora no hay manera de no ser descubierto. Pero no resisten la tentación.

Antes estos truquitos se podían hacer con menos peligro. Ahora no hay manera de no ser descubierto. Pero no resisten la tentación.
Foto difundida por el Gobierno alemán y que fue tomada en el mismo momento que la foto recortada por la Moncloa. | Twitter

A todos los presidentes del Gobierno de España les pasa, en algún momento, que prefieren estar fuera que estar dentro. Fuera de España, se entiende. Hay motivos que se pueden imaginar, igual que los habrá inconfesables. Será que aquí se les ataca y en los foros internacionales, no. Será que quieren darse un respiro de las crisis domésticas que estallan una tras otra. O que quieren impregnarse del glamour cosmopolita. O que quieren salir, simplemente. A fin de cuentas, pocos son los que no quieren hacer una escapada. Aunque no son muchos los que las camuflan siempre de viaje de trabajo y las presentan, siempre también, como pruebas de su crédito y ascendiente.

La norma, por así decir, es que cuantos más problemas internos tienen más aparecen en la escena internacional, más conocimiento geopolítico simulan y más utilizan las escapadas para ganar el prestigio que van perdiendo en el despiadado interior. Por lo general y por cierta lógica, estas huidas son más frecuentes en un segundo mandato que en el primero. Esta regla no la cumple Pedro Sánchez, aunque va por su segundo Gobierno, si así puede llamarse. Pero no se trata, obviamente, de la única regla que incumple. En lo demás, confirma el patrón. Las giras y las cumbres son ya su zona de confort. Son el refugio en el que puede olvidar los sinsabores del gobernante, la malevolencia de la oposición, las presiones de los socios y la crueldad de los medios de comunicación.

Si sólo fueran refugio y lugar de descanso, no diríamos nada. Pero la maquinaria política es insaciable y la gubernamental más aún. Aprovecha todo para magnificar la figura del presidente y no resiste, en ese sentido, ninguna tentación. La que menos resiste es la tentación en forma de imagen, y si no existe la prueba visual que desea, no resiste la tentación de fabricarla. Un retoque, un recorte, y ya está. Hay un caso reciente.

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En la foto, Sánchez aparece junto a Biden, Scholz, Macron y Sunat en un aparte de la cumbre del G-20. Cinco hombres —Nadia Calviño no se hubiera dejado fotografiar— y cinco líderes de primera magnitud. El petit comité de la gobernanza global. Los dirigentes de las democracias más importantes del planeta y Sánchez entre ellos, uno más del sanedrín. Pero hay otra foto de la misma escena. Es la que ha preferido difundir el Gobierno alemán. El petit comité no es tan petit. Hay más personas en el sanedrín. Está Trudeau y hasta aparece Albares. Es un grupo abierto y más desordenado. La reunión no es tan exclusiva. El pie de la foto alemana menciona que corresponde a cuando se dio a conocer la caída de un misil en Polonia.

Moncloa dice que no ha recortado la foto, porque son dos distintas. Y es verdad. Pero las dos son del mismo instante y la misma escena. Sólo que una de ellas pretende engrandecer el papel de Sánchez y la otra únicamente pretende reflejar el momento. Antes estos truquitos se podían hacer con menos peligro. Ahora no hay manera de no ser descubierto. Pero no resisten la tentación.

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