
Más allá de la anécdota familiar, las críticas de Clara Serra a las rebajas del Black Friday monteril para violadores dejan bastante claro las razones por las que la ley está reduciendo condenas: porque esa fue la intención desde el principio. El feminismo oficial es una ideología de extrema izquierda, y como tal comparte con ella la visión de que la cárcel no es la solución, que el objetivo de las penas debe ser única y exclusivamente la reinserción y que hay que buscar soluciones sociales a las causas reales y profundas del delito. Ya saben, cambiar "el sistema". Los violadores, como los demás delincuentes, no son más que "hijos sanos del patriarcado", ya saben. De modo que el objetivo no es castigar más, sino extender las conductas inadmisibles. Penalizar a los hombres que piropean por la calle, a los que tienen la osadía de pretender quedarse con la custodia de sus hijos, a quienes escriben cosas machistas en Twitter, a quienes se acuestan con mujeres que luego se arrepienten. Atacar al sistema machista y heteropatriarcal.
De modo que el anteproyecto reflejaba estas ideas bajando generalizadamente las penas e incluyendo un concepto de consentimiento que convirtiera en delito conductas sexuales que hasta entonces no lo habían sido. Como habían hecho la propaganda de lo inadmisible que era que las sentencias no llamasen violación a toda relación sexual no consentida, partieron de la eliminación de las diferencias entre abuso y agresión sexual, ampliando las horquillas y con ellas el margen de discrecionalidad de los jueces para que aplicaran la perspectiva de género, que no es más que la discriminación y el odio al hombre con una pátina académica para disimular.
Sin embargo, el CGPJ les advirtió que bajar las penas máximas iba a suponer una bajada generalizada de penas de los peores violadores, de modo que se echaron atrás y mantuvieron los límites máximos del rango de penas. Fue por eso que juraron por activa y por pasiva en televisiones y comisiones parlamentarias que no se iban a bajar las penas de ningún violador. Porque estaban pensando en los casos más graves. Pero mantuvieron el límite bajo. Eso sólo afectaría a delitos menos graves, razonaron, así que no tenía que causar escándalo alguno porque se limaran un par de años de condena aquí o allá.
Pero claro, su propaganda consiste en repetir que todo lo hacen para "proteger a la mujer" o "proteger a la infancia", de modo que el hecho de que se reduzcan las penas por delitos sexuales, sean los que sean y tengan la gravedad que tengan, diluye todo el veneno ideológico que nos llevan inoculando desde que llegaron al poder. Porque no es verdad que el feminismo sea necesariamente bueno para la mujer, como no es verdad que el socialismo lo sea para los pobres. Es bueno para el ego de feministas y socialistas, que se siente muy bien consigo mismos por ser de los buenos, mientras que los demás, malvados fachendas y liberales, no es que estemos equivocados, no, somos malos y odiamos a las mujeres y a los pobres. Esa es la visión del mundo que ha alumbrado esta ley.
La desesperación que se palpa en Podemos, desde Victoria Rossell a Pablo Echenique, es la de quien ve cómo de repente años de propaganda se vienen abajo. No entre los convencidos que seguirán repitiendo las consignas que les lleguen, como que esto es por culpa de jueces sin formación en la lucha contra el heteropatriarcado, pero sí entre la gente normal que se había tragado sus paparruchas. Como políticamente Pedro Sánchez y Yolanda Díaz consideran que el hundimiento de Podemos les beneficia, no están contando con el parapeto habitual de los medios. En este Black Friday, no parece que las condenas vayan a ser lo único que se rebaje.