Menú

Los silencios del Rey

Por España pasó de puntillas. Nada que objetar. Nada que criticar.

Por España pasó de puntillas. Nada que objetar. Nada que criticar.
El rey Felipe VI preside la reunión del patronato de la Fundación pro Real Academia Española. | EFE

Don Felipe VI, un hombre cuyo oficio le exige ser monárquico, no dijo nada en su tradicional alocución navideña de este año; algo que constituye, sin duda, la mejor manera de garantizar la preservación en el tiempo de la institución que él y su familia representan. Si bien que el Rey nada dijese no habrá de impedir que la habitual legión de hermeneutas palaciegos de guardia, esa que todos los finales de diciembre escruta hasta el último fotograma de su intervención en busca de petróleo críptico, extraiga de un discurso arcanos mensajes cifrados solo accesibles para los iniciados. Pero a ojos de los profanos en tales artes ocultas, como resulta ser mi caso, se lee como se lea, ya de modo literal, ya entre líneas, pocos resquicios deja a una hipotética intención política ese texto.

Al cabo, lo más comprometido, y con diferencia, del discurso real fue el fondo de pantalla, donde un belén inequívocamente católico introducía una nota de disidencia herética frente a las leyes no escritas —todavía no escritas— del código de buena conducta políticamente correcta que, salvo el monarca, sigue a rajatabla todo el mundo, empezando por el Partido Popular, en la pomada político-institucional española. Quién sabe si para compensar, Don Felipe incurrió en el tuteo para dirigirse a las señoras y los señores que estaban viendo la intervención desde sus hogares. Al mejor escribano se le escapa un borrón, dicen.

De hecho, el genuino mensaje de la noche no fue el de la Casa Real, sino el de Radio Televisión Española, que aprovechó los entremeses previos a la intervención real, un instante de máxima audiencia para la cadena, a fin de colar imágenes enlatadas y con olor a moho de Juan Carlos en sus idas y venidas de Abu Dabi. Un inequívoco guiño republicano para contento de la mitad del Gobierno. O tal vez para las dos mitades. Pero el Rey, como se ha dicho, supo ser prudente. Ucrania y Europa sirven para un roto y para un descosido que en poco compromete. Y a ello dedicó parte notable del discurso. Mentar a la OTAN era otro cantar. Pero también lo hizo. Por España, pasó de puntillas. Nada que objetar. Nada que criticar.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal