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Emilio Campmany

El 'fianchetto' Sánchez

Para Zweig, el ajedrez es una distracción para tontos y locos. Sánchez sabrá a qué grupo pertenece.

Para Zweig, el ajedrez es una distracción para tontos y locos. Sánchez sabrá a qué grupo pertenece.
MADRID 25/01/2023.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, disputa una partida de ajedrez con la iraní Sara Khadem este miércoles en el Palacio de la Moncloa. La joven compitió sin velo en el último Mundial de este deporte que se celebró en Kazajistán. EFE/ Borja Puig De La Bellacasa / Pool Moncloa SOLO USO EDITORIAL / SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO) | EFE

En las películas americanas, cuando la trama exige pedir ayuda a alguien muy listo, da igual que sea un agente retirado de la CIA o un científico chiflado, hay que ir a buscarlo a la plaza Washington de Nueva York, donde pasa sus días aplastando rivales jugando al ajedrez. Quizá por eso producciones Moncloa ha pensado que sacar al presidente jugando a la pedestre petanca tenía que ser complementado con un vídeo donde el gran Sánchez demostrara su destreza en artes más complejas e intelectuales. La oportunidad la ha brindado una gran jugadora iraní, que ha decidido afincarse en España por temor a lo que pudiera pasarle en su país después de haber osado jugar un torneo internacional sin velo. El presidente se la ha llevado a jugar una partida con él en su palacio. Se trata de transmitir al electorado varios mensajes a la vez. El primero sería que a Sánchez le gusta dar refugio a las mujeres perseguidas, aunque esto no se cohoneste con rebajar penas y condenas a violadores y acosadores sexuales. Pero además daría ocasión de demostrar que Sánchez es muy inteligente, como prueba el que juegue al ajedrez, que es lo que practican los más astutos personajes de Hollywood.

Olvida nuestro presidente que, como decía Unamuno, saber jugar bien al ajedrez sólo demuestra que se sabe jugar bien al ajedrez. Y que Novela de ajedrez no fue escrita por Stefan Zweig para criticar los métodos del nacismo, sino para negar la supuesta inteligencia de quienes practican el juego de reyes. Y lo hace enfrentando al campeón del mundo, un idiota que sólo sabe jugar bien al ajedrez, con un notario que jamás habría dominado el juego si no fuera por los meses de aislamiento encerrado con la única compañía de un libro de ajedrez que le acaba enloqueciendo. Dicho de otra manera, para Zweig, el ajedrez es una distracción para tontos y locos. Sánchez sabrá a qué grupo pertenece. Por otra parte, viendo el vídeo se da uno cuenta de que nuestro insigne gobernante no tiene ni idea de jugar con sólo ver como se enroca, pues maneja las piezas con la torpeza de un niño y la impericia de un lego. Y, por si alguna duda cupiera, en una de las fotos distribuida por Moncloa, que allí no debe haber nadie que sepa jugar a esto, se aprecia que al poco de empezar la partida el presidente ya había perdido la dama.

Pero, con ser la pieza una prueba palpable de cuánto le gusta a Pedro Sánchez vestirse de lo que no es, lo peor es verle dirigirse al tablero por delante de la delicada jugadora iraní y sentarse a él antes de que ella esté siquiera cerca de su butaca. Un presidente del Gobierno no tiene obligación de saber jugar al ajedrez, aunque sería deseable que se abstuviera de fingir que domina un arte del que no tiene ni idea. Pero lo que es imperdonable es que sea más maleducado que un ayatolá, como el embajador ese que nos mandaron desde Teherán y que se negó a darle la mano a nuestra reina. A nadie le puede extrañar que con un presidente tan grosero nos envíen un embajador de la misma calaña.

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