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Emilio Campmany

Franco sí cree en el cambio climático

La capital se ha librado gracias a que a finales de los cincuenta se alteró y amplió el cauce del Turia.

La capital se ha librado gracias a que a finales de los cincuenta se alteró y amplió el cauce del Turia.
Una persona toma imágenes del nuevo cauce del Turia repleto de agua. | EFE/Biel Aliño

La izquierda gobernante acusa a la derecha de negacionista del cambio climático y, sin embargo, es ella la que menos hace por combatir sus efectos. Es discutible que la riada que ha asolado Valencia sea consecuencia del cacareado cambio porque es un fenómeno que se viene produciendo desde siempre en el litoral mediterráneo en esta época del año. Pero podría argumentarse que, con el aumento de las temperaturas, las lluvias torrenciales serán más frecuentes y más graves. Pues bien, desde que, con la fe del carbonero o con datos en la mano, anunciaron que sería así no han hecho absolutamente nada. No sólo, sino que legiones de concejales de urbanismo, que creen más en la santidad de la mordida que en los dogmas de la meteorología, han autorizado a construir en torrenteras y cañadas donde tarde o temprano, con cambio o sin él, una riada se llevará por delante las nuevas viviendas.

El diluvio caído esta semana ha arrasado multitud de poblaciones con un trágico balance de muertos, pero la capital se ha librado gracias a que a finales de los cincuenta se alteró y amplió el cauce del Turia. Tal vez Franco creyera en el cambio climático más que todos los políticos del PSOE y Sumar juntos.

Es difícil calcular cuánto costaría dotar a la franja mediterránea de infraestructuras que, como la de Valencia, eviten el desbordamiento de los ríos cuando llega la gota fría. Lo que sí es posible afirmar con toda seguridad es que no se ha hecho absolutamente nada al respecto, y eso a pesar de que pagamos muchos más impuestos que en la época de Franco. Y se seguirá igual porque tales obras sólo generan rédito electoral cuando palian la desgracia y no antes. Y a ver de qué le sirve a Franco que, después de llevar cincuenta años muerto, haya algún valenciano que le reconozca el mérito. A lo más que llegan nuestros políticos es a enzarzarse atribuyéndose recíprocamente la culpa por no haber avisado a tiempo de lo que se nos venía, que algo habría ayudado, pero no habría evitado muchos de los fallecimientos.

Es oportuno en este punto recordar que fue Zapatero, hace veinte años, el que se cargó el plan hidrológico de Aznar, que quizá no habría sido más que una gota en el océano, pero ya era mucho más de lo que ha hecho el PSOE en los veintisiete años que ha gobernado nuestra desdichada nación. No han gastado un euro en infraestructura hidráulica. Y encima inventan leyes para meter en la cárcel a quien recuerde lo bueno que hizo Franco. Pues lo hizo, mal que les pese. Y su recuerdo es un oprobio para el socialismo español que, habiendo tenido muchos más recursos a su disposición, no ha dedicado ni uno a hacer algo que se le parezca. Eso sí, la televisión pública está más entretenida que nunca, la esposa del presidente nos enseña a hacernos con fondos públicos y los impuestos no paran de subir para que se fastidien los ricos. Por no hablar de lo mucho que roban. Serán ahora ellos los que se hagan negacionistas al rechazar la evidencia de que, al menos en esto, Franco era mucho mejor que ellos.

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