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Javier Somalo

Belarra y los universitarras

El "exprópiese" de Hugo Chávez que tan exagerado les parecía a algunos es un escenario real.

El "exprópiese" de Hugo Chávez que tan exagerado les parecía a algunos es un escenario real.
La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. | Europa Press

El Gobierno español ya no se anda con rodeos y recurre a la amenaza directa. Como Hugo Chávez. El "exprópiese" que tan exagerado les parecía a algunos es un escenario real: "¡Compañeros y compañeras, hay que frenarles [sic] los pies!". Lo ha dicho la ministra —sí, ministra— Ione Belarra, identificando con todo detalle el objetivo: la Mercadona de Juan Roig y Carrefour.

La oscura Venezuela ha terminado por llegar y no será por falta de avisos. Textualmente, la titular del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, dice:

"Es indecente, compañeros y compañeras, que las grandes empresas de la distribución en España, que los supermercados como Mercadona o Carrefour, se estén haciendo de oro a costa de la crisis económica derivada de la guerra de Ucrania. Es indecente que el señor Juan Roig se esté llenando los bolsillos siendo un capitalista despiadado, y hay que decirlo claro, son capitalistas despiadados. Tenemos que frenarles los pies".

Y los compañeros y compañeras de la ministra se preguntan cómo obedecer la consigna ministerial, que no es moco de pavo. ¿Sabotajes? ¿Inspecciones laborales o fiscales de reconocido prestigio? ¿Cierre preventivo? ¿Requisa de mercancías? ¿Depósito de maletas extrañas? ¿Jornada de puertas abiertas sin cajas? ¿Cócteles molotov? ¿Algo más potente, quizá? ¿En los supermercados o en domicilios particulares? Es que no concreta la ministra y, claro, los secretarios de Estado y los directores generales y la pléyade de adjuntos tendrán que dar instrucciones.

Por si no había quedado claro, la ministra —sí, es ministra— Ione Belarra lo resumió también en Twitter:

"Frente al capitalismo despiadado de Juan Roig y Mercadona, intervención pública de la gran distribución alimentaria para topar los precios de los alimentos básicos y que la gente pueda vivir mejor".

Y tercera confirmación, ya con fondo gráfico identificativo del "Gobierno de España" para que conste que lo anterior no es fruto de una mala fermentación sino de una estrategia oficial con el aparato público de su lado:

"No hay nombre propio, por pomposo que sea, que esté por encima del derecho a una alimentación asequible y sana y también quiero recordar que desde que terminó el bipartidismo en España, ya no hay nadie innombrable, tampoco el señor Juan Roig".

Nada de lo anterior lo dice una condecorada y acomodada estudiante de Periodismo, presa de la ira por encontrarse de frente con Ayuso. Lo dice alguien con capacidad de cumplirlo porque se sienta a una mesa en la que se decide, la del Consejo de ministros. "Intervención pública", no puede dejarse más claro. Lo entiende y lo comparte desde el falangista —"Muera el capital" — hasta el comunista, enemigos todos del comercio y, por tanto, de la libertad.

Si alguno pensaba que se puede comprar buen trato de este Gobierno pasando por el aro, que pregunten a Alexandre de Palma, CEO de Carrefour que se subió a la cesta de Yolanda Díaz, la de los 30 productos "báxicos" a 30 euros. Ahora De Palma también es un "dexpiadado" que quiere ganar dinero por vender cosas. Le pasa por buscar ventajas competitivas bajo el alero de La Moncloa.

Y mientras, la élite empresarial española del parqué se sienta con Pedro Sánchez en círculos improvisados, —círculos literales formados con sillas como en las terapias de grupo de las que se ríe el Gobierno para fomentar el ahorro energético ajeno—, donde se presume de poder: el Davos de los jets privados. Allí, entre las huellas de carbono y las dactilares por el manoseo monetario, deciden sobre si el resto de la humanidad somos sostenibles o solo resilientes. Pero después, el Tirano Falconauta azuza la reala contra los supermercados: habrá que nacionalizarlos ­—robarlos públicamente— para que no generen desigualdad con las pijas Pim-Pam-Pum (Belarra, Pam, Montero) que disponen de millones públicos para señalar al contrario y que luego algún desaprensivo con tiempo —cada vez hay más— haga un trabajo sucio.

A por Ayuso por si acaso

Otra muestra del chavismo electoral es la guerrilla contra el PP más estable, es decir, los escraches a Isabel Díaz Ayuso promovidos también desde terminales del Gobierno.

"¡A-se-sina!" le corearon de puntillas y con rítmicas palmitas las oseatías que, por supuesto, no llegarán jamás a cayetanas. Siguiendo ejemplos dolorosos aspiran a ser como Irene, Pam y Ione, las Pim-Pam-Pum, o como Rita Maestre, la de las miradas lujuriosas complutenses. El drama es que pasan de la uni al Gobierno, como si fueran unas prácticas de fin de grado remuneradísimas y a costa de nuestra libertad.

Podrían gritar "¡dimisión!" o proferir cualquier otra demanda civilizada. Pero ¿asesina? Hasta en los campos de fútbol dicen que no se tolera lo que se promueve en las universidades sin rubor, sin temor. En teoría hay sanciones al club que tolere o albergue en sus gradas cánticos de tipo racista o carácter violento. No se llega siempre al expediente pero, al menos, hay una norma que puede disuadir a los energúmenos. En la uni nada, es campo de adiestramiento… guerrillero.

No todos los presuntos universitarras de la Complutense eran inofensivos pezqueñines sin una verdadera revolución a mano. También se dejaron ver berracos profesionales de esos que cocean sin medida pero que, en todo caso, están mantenidos por el contribuyente en la cuna pública del saber hasta que son transferidos a otras esferas de la subvención. Podrían visitar Kiev para conocer el valor pero, claro, en el improbable caso de que lo hallaran no tardarían en pintarse la Z al servicio de Putin. Causa perdida para todos.

Primera lección fallida de la universidad: las acciones tienen consecuencias. Individuales, claro, como deben ser el éxito y el fracaso. Si quieres insultar, patear o sabotear, hazlo asumiendo el riesgo. Pero es que no hay riesgo, nadie paga. Y en caso de hacerlo, como en la Cataluña golpista consentida, será el policía que malcomía y peor dormía en un crucero decorado con Piolín.

"Puta terrorista, hija de puta" dijo desde Barcelona Tito Álvarez, "líder" de "Élite Taxi", un energúmeno al que no cubre ni la ley de bienestar animal y que no debería tener permiso para conducir un taxi, arma en potencia como cualquier vehículo. ¿Actuará alguna instancia de oficio? Se le ve, se le oye y hasta se le aplaude, como al resto. Pruebas no faltarían. Pero ¿por qué iba a funcionar la Justicia rápida en un país gobernado ya por chavistas? Nada será delito si lo cometen ellos, como pasa con la sedición y como pasará con casi todo.

Cada día pondrán a alguien, con nombre y apellidos, en la diana. Si ganan, si consiguen gobernar otra vez, estaremos casi todos en su lista.

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