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Daniel Rodríguez Herrera

'Hogwarts Legacy': el videojuego que no puede ser jugado

El videojuego es cultura popular, y por tanto está infectado por los mismos virus ideológicos que afectan al resto de la cultura popular.

El videojuego es cultura popular, y por tanto está infectado por los mismos virus ideológicos que afectan al resto de la cultura popular.
Hogwarts Legacy. | Archivo

Acaba de salir al mercado un videojuego basado en el mundo de fantasía creado por J.K. Rowling. Situado a finales del siglo XIX en el colegio Hogwarts, para asegurarse así de no interferir ni con las distintas novelas de la saga de Harry Potter ni con la saga de Animales fantásticos, es un juego de rol que te pone en la piel de un estudiante capaz de llevar a cabo un tipo de magia antigua largo tiempo olvidada. Un elegido, en suma, como lo era Potter. Hogwarts Legacy era uno de los títulos más esperados del año y no ha hecho más que recibir buenas críticas… de quienes se han dignado a probarlo.

Porque naturalmente el videojuego es cultura popular, y por tanto está infectado por los mismos virus ideológicos que afectan al resto de la cultura popular. Los medios especializados, mucho más de izquierdas que el jugador medio, suelen adoptar un enfoque indistinguible del activismo de extrema izquierda en lo relacionado con el sexo, la orientación sexual, la raza y, naturalmente, la identidad de género. Así que, como Rowling se niega a considerar mujeres a los hombres que se perciben a sí mismos como mujeres, tanto ella como el universo de Harry Potter se ha convertido en sinónimo de transfobia. Por tanto, Hogwarts Legacy no "merece ser analizado según sus propios méritos" porque es imposible hacerlo sin "dañar a una comunidad de seres humanos". Y los streamers que sí lo han hecho han intentado comprar protección insultando a Rowling de primeras o asegurando que donarán el dinero que saquen a organizaciones muy concienciadas. Les ha protegido tan bien como el poner un personaje trans ha protegido a los propios creadores del videojuego. Nada te libra del acoso y el del activismo más radical que existe hoy día dentro del mundo de los activismos más radicales, salvo someterte.

En nuestros días, negar la realidad biológica más elemental es lo que pasa por pensamiento civilizado y progresista. Si no estás a favor de todo el pack ideológico del activismo trans, es decir, de la izquierda más extrema, entonces automáticamente piensas que los transexuales no son personas, les niegas sus derechos humanos o incluso que no te importa que mueran, porque al parecer lo que tú pienses sobre este asunto mata gente. Un chantaje emocional al que nadie haría ni el más mínimo caso si las redes sociales no amplificaran estas opiniones y silenciaran cualquier matiz que se les haga por constituir un "discurso de odio". En el caso que nos ocupa, han llegado a crear una web donde puedes poner el nombre de tu streamer favorito para que sepas si ha jugado o no al Hogwarts Legacy y así poder odiarle como merece.

Naturalmente, a la inmensa mayoría les da igual lo que piense una minoría radical e intolerante, y si les gusta este tipo de juegos o Harry Potter lo comprarán y jugarán. Yo mismo seguramente lo haga cuando esté de rebajas, que ahora mismo estoy ocupado con uno que proclama con orgullo cada vez que lo pones en marcha que está hecho por personas de todo tipo de procedencias e identidades de género, publicado por una compañía con serios problemas de acoso sexual en sus altas esferas. Pero también es verdad que, como cualquier persona sana y normal de derechas, estoy más que acostumbrado a separar la vida de un artista de su obra. Algo de lo que evidentemente no es capaz el sector más ruidoso y oficial dentro de la izquierda.

Para justificar su extrema intolerancia, esta izquierda convierte sus opiniones y puntos de vista en derechos humanos, y la discrepancia, por tanto, en algo completamente fuera del discurso aceptable. El problema no es ya que sus ideas sean falsas y contradigan las verdades científicas más básicas, como que salvo un porcentaje minúsculo de personas con problemas genéticos, todos nacemos hombres y mujeres y lo seguimos siendo durante toda la vida. No, el problema es que de esta forma atacan lo que sí es un derecho humano, el de la libertad de expresión. La libertad que tengo de llamarte hombre por mucho que te identifiques como mujer, o la tuya de llamarme mujer, o calvo, para intentar chincharme. Y si es siempre importante la libertad de expresión, más lo es cuando es para decir la verdad. Que es lo que hace J. K. Rowling cuando recuerda que no por definirse a uno mismo de la manera que quiera se deja de ser lo que se es.

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