Si creyésemos por un momento a la izquierda llegaríamos a la conclusión de que la Sanidad madrileña está a estas alturas como la de cualquier país africano o, en un ejemplo que les queda más cercano, tan ruinosa como la de su amada Cuba. Llevamos ya décadas de propaganda izquierdista sobre y a costa de la Sanidad en Madrid, pronosticando una hecatombe que no acaba de llegar, denunciando un deterioro irreparable que no se produce y con mareas de todos los colores para tratar de rentabilizar políticamente un asunto que es cierto que preocupa y afecta a la ciudadanía.
La realidad es muy diferente: a pesar de que tiene problemas como todas las demás, la Sanidad de la Comunidad de Madrid es una de las mejores de España según todos los índices asistenciales, es también de las que mejor nota recibe de sus pacientes y, año tras año, varios de sus hospitales están entre los más prestigiosos de España.
Y todo eso a pesar de que cada vez que se propone un nuevo plan y siempre que trata de introducirse una innovación en los sistemas de gestión o asistenciales los sindicatos y la izquierda estallan en una ola de protestas, tratando de complicar hasta lo imposible la adopción de cualquier práctica que no suponga aumentar los privilegios de una minoría de médicos y profesionales que, desde luego, no tienen entre sus prioridades ni a los pacientes ni al propio sistema. ¡Si hasta trataron de boicotear el Isabel Zendal en plena pandemia!
Ahora están intentándolo otra vez y lo hacen ya sin ningún disimulo: sindicatos controlados por la extrema izquierda convocan huelgas interminables a sólo unos meses de las elecciones, presentan demandas laborales casi imposibles en las mesas de negociación e inventan nuevas exigencias cuando se les conceden las primeras, mantienen los paros aunque sólo los siga un porcentaje ridículo de los médicos y, como guinda del pastel, llaman a manifestaciones a las que sus líderes acudirán entusiasmados con la única intención de llenar minutos en los telediarios para tratar de machacar políticamente a sus rivales: primero fue Aguirre, después Ignacio González, más tarde Cifuentes y ahora Ayuso.
Como bien ha apuntado este jueves la propia Díaz Ayuso recordando la falsa acusación que se vierte desde hace décadas sobre los gobiernos del PP: lo que hace la izquierda sí es privatizar la Sanidad, usarla para sus propios intereses espurios e incluso ocupar con sus propaganda política los espacios que deberían ser de los usuarios y de todos los madrileños. Una auténtica vergüenza.
Por último, una vez más hay que reseñar que nada de esto ocurriría de no ser por la colaboración de unos medios de comunicación que están dispuestos a dar pábulo a cualquier mentira siempre que sea contra la derecha. Sin ellos sería imposible sostener lo que a todas luces es una falsedad que el propio sentido común desmiente, porque si tras décadas de presunta demolición la Sanidad, la madrileña sigue siendo de las mejores de España, o bien venimos de un verdadero edén sanitario o bien nos están mintiendo. Y todos sabemos que es lo segundo.