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Las cifras de la decadencia catalana

Los datos oficiales del Registro Mercantil cuantifica en casi 5.000 a las antiguas compañías locales que han decidido poner tierra de por medio

Los datos oficiales del Registro Mercantil cuantifica en casi 5.000 a las antiguas compañías locales que han decidido poner tierra de por medio
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, | EFE

Acusaba recibo ayer El Periódico de Cataluña, y con algo más que consternación contenida, de que únicamente dos firmas, de entre las treinta y cinco que integran el Ibex, tienen su sede oficial en Cataluña. Y es que Abertis, Planeta, Catalana Occidente, Codorniu, Pastas Gallo, Colonial o Agbar, todas fugadas en su día, ya no están ni se las espera. Pero hay más, mucho más. Así, y solo durante el año pasado, el saldo migratorio negativo de empresas en Cataluña fue de -181 (se instalaron en la demarcación 630 establecimientos foráneos, pero hicieron las maletas con rumbo a la otra orilla del Ebro 811 sociedades mercantiles).

Un suma y sigue según los datos oficiales del Registro Mercantil, que cuantifica en casi 5.000 a las antiguas compañías locales que han decidido poner tierra de por medio con el independentismo institucionalizado para marcharse con la música —y un montón de puestos de trabajo bien pagados— a otra parte. De ser todavía la fábrica de España hace apenas cincuenta años a la mediocre medianía de verse ocupando un puesto del montón, sin excesiva pena pero tampoco demasiada gloria, entre el resto de los territorios peninsulares. Decadencia le llaman muchos a esas cosas. Una constante y no tan lenta desertización industrial cuyo culpable último a ojos de las fuerzas vivas locales no es otro, faltaría más, que el malvado centralismo madrileño.

Aunque resulta algo difícil explicar a un potencial inversor extranjero cómo puede ser posible, por ejemplo, que la siniestra mano negra madrileña se esconda detrás del hecho asombroso de que la Avenida Meridiana, junto con la Diagonal una de las dos grandes arterias viarias que canaliza el tráfico automovilístico en la entrada y salida de Barcelona, lleve mil días seguidos siendo objeto de cortes y bloqueos por parte de manifestantes independentistas. Resulta difícil, sobre todo, porque el principal instigador público de esos sabotajes urbanos es un tal Carles Puigdemont desde las redes sociales. ¡Mil días seguidos cortando una carretera principal ante la pasividad complaciente de las autoridades y la incomparecencia de las fuerzas policiales encargadas del orden público, amén del aplauso entusiasta del anterior presidente de la Generalitat! Maldito Madrit.

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