La pataleta de la ultraizquierda por la modificación de la ley estrella de su primera y última legislatura en el Gobierno de España está adquiriendo tintes verdaderamente trágicos en el sentido heleno del término. La ley sueltavioladores (©FJL) es un despropósito de tal entidad que ni siquiera los socialistas pueden asumir los destrozos de una norma que ya ha beneficiado a más de 500 violadores y pederastas. Las proyecciones más modestas sitúan en 4.000 los delincuentes sexuales que saldrán a las calles o verán reducidas sus penas gracias a esta flamante ley socialpodemita, la mitad de los cuales estarán gozando de sus nuevos privilegios el próximo 8 de marzo, el día señalado cada año en los iPhone de socialistas, podemitas y aliades para salir a las calles a jalear su versión ultra del feminismo.
La coincidencia no es casual, sino el resultado de una acción coordinada de los aliades sanchistas en la junta de portavoces del Congreso de los Diputados, donde han maniobrado para que el debate de la reforma de la ley tenga lugar el próximo 7 de marzo, a pocas horas del evento anual en que la izquierda española, a imagen de sus pares caribeños, organiza desde el Gobierno una jornada de protestas callejeras contra los partidos de la oposición. La situación, por tanto, es la siguiente: el partido mayoritario del Gobierno quiere reformar una ley impulsada por el Gobierno, para lo cual pide a los socios parlamentarios del Gobierno que voten en contra de su socio de coalición, una cosa surrealista que solo nos es dado admirar cuando la izquierda poliédrica se amontona en el poder.
Pero este tour de force de perroflautas y sanchistas va a tener la virtud de llevar la batalla ideológica al terreno cotidiano, donde se dirime el éxito de las movilizaciones con que la izquierda trata de tomar las calles, convertidas en el único terreno de juego válido en términos políticos cuando las urnas le dan la espalda. ¿Con qué cara van este año los profesores izquierdistas de instituto a animar a todes les niñes a participar en la manifestación del 8-M? ¿Cómo explicar a todas esas criaturas que la ley sueltavioladores es muy feminista, cuando es el propio Gobierno izquierdista el que quiere cercenarla? Más grave aún ¿Qué pasa con las charos? ¿Deben manifestarse contra el Gobierno por la reforma aprobada el día anterior y en contra de Irene Montero o todo lo contrario?
Las contradicciones son profundas y bastante numerosas, justo lo que menos necesitan los partidos de izquierdas en unos momentos en los que se saborea una profunda caída en picado de sanchistas y bolivarianos. Eso sin contar la bronca parlamentaria que tendrá lugar el día anterior a la gran manifestación feminista, que por todos estos motivos se va a vivir en medio de una gran tensión. Raro será que no se escape algún estacazo.