
Miriam Nogueras es más española que el letrero de los estancos, que las corridas de toros, que las remontadas del Real Madrid y que los pinchos de tortilla. Es una españolaza de manual, una mujer de bandera, una señora bárbara y estupenda. Por cierto, Miriam es la alegre diputada del partido de Puigdemont en el Congreso de los Diputados que en un alarde de arrojo sin parangón y a pesar de llevar un brazo en cabestrillo desplazó un metro la bandera de España de la sala de prensa de la cámara baja para que no saliera en la foto con ella.
Semejante homenaje a la oriflama se produjo en los instantes previos a una comparecencia ante unos pocos periodistas que tuvieron la enorme fortuna de contemplar uno de los más osados episodios del separatismo catalán tras la proclamación de la república catalana de los ocho segundos y la fuga de Puigdemont en el maletero de un coche. Porque sí, Miriam es independentista, muy mucho independentista, que diría Mariano, pero también española y brava a su manera.
Hija de una familia acomodada de la comarca del Maresme, una de las más patrióticas de España, no acabó sus estudios superiores, pero se forjó en la empresa textil de papá, donde seguro que empezó desde abajo hasta alcanzar las más altas cimas del negocio familiar. Y tras labrarse a pulso un porvenir y un buen pasar, se entregó en cuerpo y alma al activismo en Twitter con enormes dosis de generosidad y sacrificio.
Su compromiso en la red social le llevó a militar en el grupo de propietarios de una segunda o tercera residencia en la Cerdaña que se negaba a pagar los peajes de las autopistas en Cataluña, germen del glorioso movimiento procesista. También dedicó horas y afanes en una cosa llamada "Cercle Català de Negocis", combativa entidad de la empresa familiar desde la que saltó a la política en otra muestra de abnegación y bondad sin límites.
De concejal en Cardedeu pasó a diputada en el Congreso y destacada integrante del círculo pretoriano de Puigdemont. Suya es la predicción de que ninguna empresa huiría de Cataluña con la proclamación de la república y de que, antes al contrario, miles de empresas asentadas en Madrid se fugarían a la arcadia republicana barcelonesa, la Dinamarca del sur de Europa, la California del Mediterráneo. Qué grande Nogueras, preclara ciudadana y empresaria, super pubilla catalana.
Si el golpe de Estado separatista fracasó fue, en parte, por mujeres como ella, divinas de la vida. Esa debe ser la razón por la que el Estado cuya bandera nacional desplazó unos centímetros le paga casi 120.000 euros al año desde 2016 procedentes de los bolsillos de los ciudadanos de España. Los grupos de la oposición y hasta ministras del Gobierno, así como el ínclito Rufián han censurado su actitud. Craso error. Miriam es de los suyos y de las nuestras, o al revés. He ahí la foto que se hizo en la Capitanía General de Barcelona en abril del 2016 cuando ejercía como miembro de la comisión de Defensa del Congreso. Se la ve, firme el ademán, en medio de cinco apuestos y gallardos militares españoles. Cuestionada por las fuerzas vivas del independentismo, Nogueras adujo que la futura república catalana necesitaba un ejército y qué mejor ejemplo que el del soldado español. ¿Cabe mayor muestra de españolidad?
