El último escándalo de los socialistas viene rodeado de la sordidez habitual de los personajes más zafios, que no dudan en utilizar la prostitución y el consumo de drogas para celebrar el éxito de sus latrocinios al erario público.
El caso Mediador, destapado hace tan solo unos días, replica el modus operandi habitual de los políticos corrompidos, que utilizan su cercanía al poder para vender sus favores al mejor postor eludiendo los controles administrativos. En este último caso, el líder de la trama, Juan Bernardo Fuentes, pedía una comisión a los empresarios que buscaban un trato de favor de los organismos públicos para hacerse con contratos oficiales, obtener subvenciones ilícitas o evitar inspecciones en sus empresas, por citar tan solo las principales líneas de actividad gestionadas por esta trama.
Para llevar a cabo sus fines y obtener las comisiones ilegales, el diputado socialista organizaba reuniones en el Congreso de los Diputados y en la sede de la Guardia Civil, uno de cuyos mandos está también acusado en este caso, para sellar posteriormente el negocio en fiestas organizadas con drogas y prostitutas.
Pero esto es tan solo una pequeña parte de un escándalo cuya instrucción está todavía bajo secreto de sumario, como ha señalado uno de los cerebros de la trama. Falta por conocer el alcance preciso de las corrupciones de este grupo organizado y, sobre todo, los nombres de los altos cargos del Gobierno a los que se habría recurrido para satisfacer las peticiones de los empresarios implicados.
Por otra parte, a pesar de los esfuerzos del PSOE por acotar el escándalo a los mangoneos de este diputado, expulsado ya del partido, resulta claro que estamos ante un asunto con ramificaciones que se extienden a través del Grupo Parlamentario del PSOE. Al menos 16 diputados socialistas acompañaron a Juan Bernardo Fuentes en esas orgías pagadas por los empresarios que buscaban los favores del Gobierno, lo que desmonta por completo la presunta preocupación de los socialistas por dignificar el papel de las mujeres y acabar con las humillaciones de que son objeto.
Teniendo en cuenta que el PSOE tiene en estos momentos 80 diputados varones, resulta que el 20 por ciento de su grupo parlamentario masculino utilizaba a las meretrices contratadas por la trama de Tito Berni para celebrar sus latrocinios al amparo de las siglas socialistas. Así pues, por el día fingen luchar para abolir la prostitución y por la noche la fomentan en compañía de los conseguidores de su partido, todo un ejemplo superlativo de hipocresía que deslegitima a los socialistas para arrogarse, como venían haciendo hasta ahora, la bandera de la lucha por los derechos de la mujer.