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Los negreros catalanes no eran catalanes

Las naciones se dividen en dos grandes categorías, a saber: las de verdad, entre las que figura España, y las de pan untado en aceite.

Las naciones se dividen en dos grandes categorías, a saber: las de verdad, entre las que figura España, y las de pan untado en aceite.
Protesta de la CUP en Barcelona hace unos días. | Europa Press

Las naciones se dividen en dos grandes categorías, a saber: las de verdad, entre las que figura España, y las de pan untado en aceite, subgrupo taxonómico al que pertenece la que existe en la imaginación febril de los catalanistas. Por lo demás, hay cosas que solo pueden ocurrir en las untadas en aceite, única y exclusivamente en las untadas en aceite. Sin ir más lejos, esta semana pasada se suscitó una muy encendida polémica en las redes sociales del País Petit a propósito de la conducta poco patriótica de TV3, la televisión patriótica por antonomasia de la demarcación. Y es que en la tele doméstica se les ocurrió emitir un reportaje de contenido histórico en el que se sostenía la tesis, huelga decir que inadmisible, de que bastantes catalanes, muchos de ellos portadores de apellidos ilustres, participaron de forma activa en el lucrativo negocio del comercio ilegal de esclavos negros cuando los orígenes de la industrialización.

Aunque el motivo del escándalo moral entre parte la audiencia del programa no tuvo su origen en el hecho en sí de que en Cataluña, algo contrastadísimo por la historiografía académica, se practicase el tráfico al por mayor de negros y negras a finales del XIX, sino en la circunstancia, obviada de forma artera por los guionistas de TV3, de que los autóctonos de Barcelona, Tarragona, Lérida o Gerona que comerciaban con negros y negras lo hacían en su exclusiva condición de españoles, que no en la de catalanes. Porque los catalanes, los catalanes auténticos, los de verdad, los puros, son buenos siempre; son buenos los de ahora, como eran igual de buenos sus ancestros del XIX.

Por tanto, si alguien se dedicó en su día a hacer caja comprando y vendiendo negros y negras, ese alguien solo pudo ser, y por simple lógica elemental, un asqueroso español, nunca un catalán como Dios manda. Puede barruntar el lector que hoy escribimos en coña, pero se equivocaría si lo hiciera. Bien al contrario, la polémica a cuenta de la falsa catalanidad de los negreros locales resulta ser tan seria como real. Al punto de que la candidata de la CUP a la Alcaldía de Barcelona acaba de proponer, y también muy en serio, un "debate de país" para prohíbir las habaneras. En fin, cosas del pan untado en aceite.

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