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El tío y el sobrino: el socialismo burlesco y que nos den

En medio de este folletín casposo y cutre del tito Berni y el sobrino, lo único que siento es que las derechas españolas estén haciendo el ridículo.

En medio de este folletín casposo y cutre del tito Berni y el sobrino, lo único que siento es que las derechas españolas estén haciendo el ridículo.
El exdiputado del PSOE Juan Bernardo Fuentes Curbelo en su declaración en sede judicial. | Europa Press

Es una casualidad pero hay que saber que uno de los mejores prácticos del género burlesco en la poesía y la comedia europeas fue Berni. No, no de Bernardo, que es apellido. Su nombre completo era Francesco Berni, eclesiástico y literato que murió envenenado por conspiradores y comprendió bien pronto que el humor comienza cuando se ríe uno de sí mismo y de las demás cosas serias. No digo que nuestro Berni socialista, el del tío y el sobrino, tenga que acabar así –el secretario general no lo quiera—, pero tiene papeletas de sobra para perderse para siempre en el limbo de los justos (que era un infierno, sépase).

El Berni italiano trataba de llevar un tema hasta lo bufo, hasta la degradación, hasta la fatiga si hacía falta para conseguir una carcajada sibilina a la que destilaba la pócima ideológica de que no hay nada sagrado ni en el cielo ni en la tierra. Todo puede ser objeto de burla y escarnio porque, al fin y al cabo, todo es trato y convención y hay pocas cosas ciertas a las que deba uno atenerse.

Pero, ay, Berni, las convenciones son tan serias y peligrosas que pueden matar a cualquiera. Para colmo, sin encomendarte ni a Dios ni al diablo, apareces en la misma escena que tu sobrino, con lo cual te va a ser imposible apartar de tu boca el cáliz del parentesco en el delito (presunto). Tu espectáculo familiar ha estallado por los aires –chocho volador de por medio—, ante las narices de Pedro Botero justo en la antesala de una convocatoria electoral. Y ya sabes: "Político pastelero/va a ver a Pedro Botero/…Botero como una fiera/lo mete en la gran caldera". Toma nota.

Desde Espronceda se habla en España de un tío y de un sobrino cara al público. Pero hubo otros desde mucho antes. Recuerda al tito Abraham y a su sobrino bíblico de Sodoma, a Calígula y a su tío Claudio. En Schiller (con amenazas de muerte) en los Bonaparte, en Dickens, en Chesterton, en Balzac, en Azorín, en Baroja, en las tinieblas de Conrad, y en otros muchos momentos brillantes aparecen un tío y un sobrino. Incluso, malditos sean los monstruos, en la checa de San Elías de Barcelona hubo un tío y un sobrino, los Cortés, asesinados sin piedad y desaparecidos hasta hoy. Pero tu entrada en la escena, y la de tu sobrino, el "ganadero" desganado, ha sido insuperable.

Por no retrotraernos a la historia entera del socialismo español, donde los parientes de todo tipo han tenido presencia en el negocio político, digamos que la pareja tío-sobrino como espectáculo en el escenario periodístico y parlamentario no ha sido tan habitual como otras. Hemos conocido a los "hermanísimos" de Sevilla –no sólo de Alfonso Guerra sino también de Felipe González que derivó en un sobrino—, a los "cuñadísimos" (buscar antecedentes en la Diputación de Pontevedra, por ejemplo, o en la Sevilla del PSOE), a los "hijísimos" de Chaves, Iván y Paula, a los "primísimos" (razón en José Bono) y otros. Pero la corrupción aplicada al tito y al sobrino que acabas de estrenar, si no nueva, es la más llamativa de los últimos tiempos.

Sabido es que el sacro-socialismo español se cobija siempre, para preservar su mandonismo sobre las conciencias, bajo el cielo científico y bajo el tejado ético. Pero lo que hemos visto y oído hasta ahora parece bien alejado del materialismo dialéctico y el socialismo científico. No digamos nada de la distancia que hay entre el amor a los pobres del mundo (que lo de parias es de vuestros socios) y las cochambres puti-mordi-parlamentarias que nos habéis endiñado sin anestesiarnos siquiera.

Hay que reescribir la historia de este PSOE porque lo del oro de Moscú —a saber cuánto se derramó por el camino—, o lo del tesoro del Vita, unidos ya a todo el memorial de la corrupción de sus próceres y monaguillos que hemos comprobado desde 1978, puedan dar pie a una versión burlesca, al estilo de Berni el bueno, el italiano, para hacer que los asistentes a la función despierten del sueño dogmático y sepan de una vez de qué va la cosa.

En medio de este folletín casposo y cutre del tito Berni y el sobrino, los diputados nacionales socialistas y sus comilonas, las fundaciones e instancias implicadas, despachos del Congreso inclusos, las películas X y los enjuagues y arreglos robados al dinero público, lo único que siento es que las derechas españolas estén haciendo el ridículo.

Con la que está cayendo, el PP no quiere censurar a este gobierno que no cesa de hacer daño, no sabemos por qué, y Vox se ha empeñado en convertir su legítima moción de censura en un mamarracho que me he esforzado en comprender, porque la censura es necesaria, pero que ya no entiendo. Uno se la coge con papel de fumar para no parecer extremoso y el otro no ata ni un cabo antes de tirarse a la piscina. España (la política) y ellos son así, señores. Por tanto, que nos den.

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